miércoles, 1 de junio de 2011

O La Coruña o Dublín

Duermo y estoy despierto en un acantilado viendo hacia un mar que o es en La Coruña o es en Dublín. Vos estás también ahí y sos mujer y llevás mi sangre y compartimos mamá y papá. Yo tengo miedo al abismo, a la caída, al barranco, pero vos no: vos bajás sobre él cual gradas y llegás hasta el agua. La marea es fuerte, Atlántico Norte, te lleva de un lado hacia otro pero vos tenés fuerzas y nadás contra la corriente y llegás de nuevo a la orilla y sos sirena sagrada. Yo bajo con miedo, el agua azul viéndome con ojos de espuma blanca y el sol amarillo que destella sobre las olas y chispea luz sobre mi cara. Vos me decís que baje y que no tenga miedo. El miedo, en los sueños, es como un miedo de pantomima: si bien sabés que nada va a pasar lo seguís sintiendo. Es como si fuera una obligación. Finalmente, llego hasta el agua. Revienta tan fuerte sobre las piedras y sobre mi cuerpo. La siento helada o tibia, no recuerdo, helada debe ser si estamos o en La Coruña o en Dublín. Comienzo a nadar también y poco a poco el miedo se va. Somos el agua y el agua es nosotros y articulamos palabras que se tragan al mar. O Dublín o La Coruña está detrás de nosotros y a lo lejos faroles o edificios o ventanas se ven blancos o verdes o azul pastel. Descansamos y nos sentamos en las piedras; y el agua, rebotando boba, me huele a sábana sucia.

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