sábado, 18 de junio de 2011

En silencio, con el mar

Bajaron en silencio la carretera que daba vueltas y vueltas. Habían bajado ya muchas veces esa carretera juntos y sabían que al llegar a los puestos de flotadores estaban cerca del mar. Él siempre contaba la historia de su papá manejando borracho y diciendo a todos que se callaran porque estaba aburrido de sus mierdas. Ella escuchaba y por ratos ponía a Manu Chao o si se sentía tonta a Britney Spears. Los dos cantaban las canciones y se las podían y se reían de su adolescencia.

Te acordás, le decía. Te acordás de tal cosa. Todo se trataba de acordarse y nunca olvidarse.

Juntos buscaban el restaurante al que siempre iban, encontraban una mesa y pedían los camarones, la pizza, la cerveza. Ella eructaba después de unas tres botellas. Él después de seis. Regresaban con el atardecer y la carretera era una serpiente lenta de carros llenos de gas y alcohol. Cuando por fin llegaban a San Salvador se dormían en los sillones de la casa con un episodio de Desperate Housewives sin terminar.

La vida era tan aburrida.

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