lámparas en la pared.
De la nada, la noche: la oscuridad llega con la porcelana.
Ojos de ciudad mediterránea,
labios con voz de Santa Rosa de Lima
Asimismo el queso,
que cuaja entre tus manos
o que amasa la mujer del colono,
que envuelve en hojas de plátano
mientras mastica jocotes,
la carne,
la piscina con cloro
o una naranja enferma.
Parálisis momentánea,
en el monumento de mármol,
en el tiempo del bicentenario,
en la calle del Monseñor.
Que tu cara sea eterna
que la planten en el asfalto
que de ella crezcan arrugas nuevas, ciudades viejas,
la historia del tiempo y del agua,
asimismo el queso,
que mastican tus dientes con rellenos grises
carcajeados
lastimados
Asimismo el queso,
untado en el pan,
entre las dos rodajas,
en tus pies o en tus heridas,
con la voz de una canción
o la noticia en el noticiero
un asesinato múltiple
o el clima de mañana
o la fiesta patronal de tu pueblo
al que nunca regresaste
ni para besar la tumba de tu abuela
ni la de la señora del mamaso
ni el tamal
ni la cuajada
ni el queso ni la leche ni el bacalao,
ni la tierra mojada
asimismo el queso
o el requesón
o una canción láctea, construida de notas de agua y vapores de alcohol.
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