domingo, 12 de junio de 2011

Que yo no escribo sobre la guerra

Ves, ahí va el escritor de nuevo. Esta vez va caminando para la calle peatonal. Se ve oscuro en pensamiento y lento en pies. Lleva una mochila y en la mochila asumo que lleva un montón de papeles con sus escritos. Él no tiene blog. Él escribe solo en papel.

-Esas cosas de los blogs son para los pendejos, le dijo a una amiga en un momento extraño de franqueza. Casi violento.

Yo no lo conozco personalmente, sabés, pero aquí todo el mundo sabe quién es. A él, cuando le dicen que le dicen el escritor, le da risa porque dice que él no es. Que él nunca ha publicado nada. ¡Ay escritor, tan tonto! Un día lo voy a detener en sus paseos por los jardines (cuando anda pensando cosas tan, pero tan profundas, tan bellas, tan poéticas y formas nuevas de contar un cuento) y le voy a dar una cachetada suave, cariñosa.

-Escritor, sos escritor, le voy a decir.

Y se va a reír y vamos a ir a tomarnos una cerveza a uno de los comedores de Antiguo. Y cuando me diga si quiero leer el último cuento que escribió ("redefine el género", menciona), le voy a decir que no.

-Acordate que sos escritor porque escribís, no porque te lean.

Sí va. Se me había olvidado.

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