miércoles, 1 de junio de 2011

Colchón Comprado en Comercial

Estás tejido con la tela de las sábanas viejas de una cama con ácaros. En esa cama durmió tu abuela, tu mamá y dormís vos; dormirán tus hijos y sus hijos que son tus nietos y sus hijos que son tus bisnietos. Una cama sigue siendo buena mientras te sostenga la espalda. Jamás pensaron ese día en ese almacén que esa cama duraría tanto. El hogar de tantos insectos, de tanta comida, del semen de los varios amantes de tu hija promiscua. La criaste bien, vos, la criaste en la cama, dejándola dormir en medio de los dos, dejando que ella a veces los dejara ver tocarse, pasar la mano por encima de su cuerpo, alcanzar los senos suaves, aguados, llenos de leche de tu mujer. Por eso ahora y por eso nunca se pudo despegar de esos resortes y por eso dejaba que los hombres terminaran en el colchón y después lo limpiaba desganadamente con un trapo sucio.

En tu cuerpo sobreviven las infecciones y las bacterias de un colchón cansado. Todos los que pasan por tu casa lo hacen sonar de una u otra forma, lo hacen brincar de aquí y allá: nunca le diste vuelta: nunca dormiste tranquilo.

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Originalmente escrito en "Probablemente sea ficción", un blog fallido que inicié hace ratos.

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