Voy a calentar un café con tu nombre y lo voy a dejar en la mesa de la sala. Desde ahí voy a ver el humo salir de la taza (lentitud, pereza) y voy a sentir cómo se va enfriando hasta ponerse tibio. Yo me voy a tomar el mío, caliente, mientras el tuyo se pone frío. Ahí está tu café, servido, solo para que lo vengás a tomar. Voy a seguir esperando, con alguna canción que me gusta de fondo, presionando el botón de 'repetir' demasiadas veces. Una vez pase la mañana voy a seguir dando vueltas por toda la casa y cada vez que pase frente a tu café lo voy a ver de reojo solo para asegurarme de que aún sigue ahí. De que no has venido por accidente o sorpresa y te has ido con el café en la mano, robado o apropiado. Ahí sigue la taza, es blanca, y ya no sigue el humo. Hay un viento ridículo con sonido de árboles meciéndose que lo enfrió completo, una capa fina, blanca, está acumulándose sobre él. Se va a hacer de noche y la taza va a seguir ahí, esperándote. Quizás sea lo mejor calentarlo en el microondas y volver a colocarlo para que cuando vengás esté caliente. No quiero que tu llegada sea desagradable. O quizás te prepare uno nuevo, uno fresco, uno de Noche de Miércoles. Hace ratos está listo tu café, te digo en un mensaje, y vos no respondés. Me peino el pelo en la cocina y vuelvo a sacar la bolsa con los granos y los muelo, los destrozo. Preparo el agua y la cuchara y lo hago fuerte, como te gusta. Recojo la vieja taza de la mesa y vierto todo su contenido en el lavaplatos. Se va, tu café. No tuviste la oportunidad de beberlo, su olor no fue tuyo.
Lavo la taza porque es tu taza favorita. La seco con un papel toalla (desperdicio, rapidez) y cuando está listo el nuevo café (de Noche de Miércoles) lo vierto y lo llevo de nuevo a la mesa. Vuelvo a ver el humo salir de la taza. Vuelvo a sentir el olor y vuelvo a tomarme yo el mío que sigue caliente mientras el tuyo se enfría. La ventana ya no tiene sol y desde el lavaplatos se viene un olor a café mezclado con aceite. Me está dando sueño a pesar de la cafeína y me voy a la cama. El café te sigue esperando y yo no me he lavado los dientes.
Me despierto con sabor a café amargo y con los dientes manchados. La taza sigue ahí, esperándote. Repito el proceso y hago una nueva. La canción que me gusta sigue sonando.
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