¡Vean! Tiene algo de nalgas, aunque usa los pantalones más flojos; tiene el cuerpo bonito, aunque debería de ir al gimnasio. Pero la cara y su barba y su sonrisa. La forma en que camina como si no supiera que él es el Hombre Más Guapo de El Salvador. ¡Protestemos juntos, hombre guapo! Vení y conocé a mis amigos, se que no te vamos a caer bien, se que no vas a recordar nuestros nombres, pero nosotros sí el tuyo, hombre guapo, nosotros sí conocemos el tuyo.
¡Vean! ¡Allá! Cerca del señor con la gorra del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y cerca de la señora con la camiseta de Mafalda Paren este mundo que me quiero bajar. Lo que le hace falta a esta protesta es cerveza y que así se me suelte la lengua y la inhibición y me acercara a él a entrevistarlo a preguntarle algo sobre su trabajo sobre su relación con esto y luego preguntarle: cómo es que sos tan guapo, cómo es tu papá, cómo es tu mamá, cada cuánto te recortás la barba, cada cuánto te lavás los dientes, te los has blanqueado, dónde estudiaste, cómo es tu pene, dejame verlo, solo un ratito.
¡Hey! ¿Cómo creen que tiene el pene? Yo me lo imagino largo, pero no tan grueso. Y supongo que se recorta los vellos púbicos porque lo veo que se cuida la barba. Yo no, yo me lo imagino grueso pero chiquito. Pero suficiente, a las mujeres eso nos gusta. ¡Y cómo habla! Habla tan bonito.
El otro día, él, el Hombre Más Guapo de El Salvador, andaba vestido todo formalito: con pantalón negro y una camisita adentro y sonreía y era todo diplomático y se veía súper, pero súper guapo. ¿Cómo no? Si es el Hombre Más Guapo de El Salvador.
¡Hey! ¡Miren! Ahí cerca de los de la batucada y a la par de la de vestido rayado con nalgas anda el Hombre Más Guapo de El Salvador. Qué chivo que vine aquí, a protestar, porque me dio la oportunidad de verlo, de arrimarle los ojos, de abrazarle las manos con las pestañas, de descifrar sus nalgas y su cartera negra de señor con documentos que dicen su nombre, tienen su foto, su edad, sus billetes, la clave de su felicidad, la forma en que abraza, que te invita a un café, que te habla y te marea porque es tan lindo, tan hermoso, tan imponentemente guapo.
Sí, es el Hombre Más Guapo de El Salvador. Lo he seguido todo el rato con la mirada. No lo he perdido de vista por ningún momento. Es un modelo hecho activista. Es la cara que quiero en la noche, en lo oscuro, mientras le doy besos lentos, intensos, como si mis labios estuvieran experimentando un milagro, contactando con un ángel, besando la bandera blanco amarilla del Vaticano.
Ojalá, hombre, Hombre Más Guapo, te dieras cuenta de que te estoy viendo. Y no solo eso: me vinieras a decir que por qué te veo tanto, yo te diría que porque sos el Hombre Más Guapo de El Salvador y vos te reirías y yo también y nos besaríamos ahí, frente al Salvador, frente al diputado independiente, frente a los indignados, frente a la vendedora de platanitos, frente a los escritores, periodistas, fotógrafos y convirtiéramos esta protesta en algo totalmente diferente, en algo hermoso, en el inicio de nuestra historia de amor que terminaría en vos o
yo
milagrosamente logrando el primer embarazo masculino exitoso.
¡Vean! Ahí anda. Cerca del de lentes de sol pero tan lejos, tan lejos de mí, El Hombre más Guapo de El Salvador.
"¡Guapíiiiiiiisimo!"
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