jueves, 2 de junio de 2011

Jesus don't want me for a Sunbeam

Mi hermano odiaba la música que oíamos mi (otro) hermano y yo. Toda la música era diabólica. Supongo que todavía la odia. Pero ahora no oye lo que nosotros estamos oyendo, así que no se da cuenta. Toda la música era satánica. Nirvana era satánico.

-Él, en ese concierto (el MTV Unplugged) se está celebrando su propio funeral. ¿No ven las candelas y las coronas? Satánico.

Los Héroes del Silencio eran satánicos.

-Ese símbolo que ocupan es el símbolo de una secta.

Marilyn Manson era satánico. Todo el rock era satánico, Dylan, The Doors, Caifanes, Soda Stereo. La música era satánica y nos estaba convirtiendo en pecadores. Poco a poco todo se volvió un secreto oscuro y mi papá le fue creyendo sus cosas. Recuerdo una madrugada en la que mi hermano, cansado de que lo acusaran de satánico y etcétera, puso a todo volumen una canción de Héroes del Silencio. Creo que Flor de Loto. La casa entera gritó con acento español y guitarras croncheras. Mi papá se levantó en calzoncillo a golpear la puerta de mi hermano para que "apagara esa mierda".

El volumen: abajo.

La música que nos gustaba oír se transformó en un pecado, en un disfrutar equivalente al sexo o a la masturbación o a matar a un ruiseñor. La música por largo tiempo nos unió como un pecado conjunto. Ahora cada vez que oigo música que le gusta a mi hermano (al otro), me gusta pensar que aunque no hablemos nunca, a pesar de que nuestra relación es casi inexistente, hay una manera de pecar que nos encanta a los dos.

Y la compartimos, sin darnos cuenta de ni cómo ni donde. Pero compartimos al fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deje su opinión aquí, sea buena o mala, pues.