jueves, 9 de junio de 2011

When the Pawn Hits The Conflict He Thinks Like a King

Borrar lo que he escrito: enfermedad contínua. Desnudo, así, pasa la noche como por largos segundos hechos de mantequilla derretida. O se deslizan como miel. O como gotitas de sudor por la espalda, cayendo, recorriéndola como recorre el canguro bebé la panza de su mamá para resguardarse en su bolsa. Recuerdo cuando aprendí eso. Jamás se me va a olvidar. La idea de un pequeño animal arrastrándose en una panza hasta guardarse. Me daba miedo y sorpresa. Me ponía sentimental y en completo asombro. Cuánto animal. Cuánta forma de nacer diferente. ¿Cómo nací yo? Nací envuelto en heces. ¿A quién quiere salvar, señor, a su esposa o a su bebé? A ella, por supuesto, él no ha nacido y no sabemos cómo vamos a hacer. Por suerte pudieron salvarnos a los dos. Salvarnos. Qué palabra más fuerte. Como si fuera el doctor algún súper héroe o algo así. No, tuvimos suerte, los dos. Los dos tuvimos suerte. ¡Vivieron! Y regresaba mi tío o mi papá al pueblo con la carga de un bebé nuevo, moreno.

Regreso a ahora. El bebé como un deforme adulto. Así, echado, en casa desordenada. Echado, como se echan los canguros a descansar. ¿Se echan? ¿Pueden echarse? ¿Qué está haciendo? ¿Para qué lo salvaron? Lo salvaron para este momento: suena una canción, le suda la espalda y las nalgas y sigue escribiendo.

Sí, doctor, confirmamos: lo salvaron para que siguiera escribiendo. Puede regresar a casa y sonreír satisfecho. Trajo a otro miserable aspirante a escritor al mundo.

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