sábado, 25 de junio de 2011

El Orgullo no está aquí

No se qué es: no se si el clima, o soy yo, o es el lugar. Pero hoy no estoy sintiendo el Orgullo. Los dos años que pasaron he ido a marchar, con la bandera arriba y con camisetas alusivas al evento (¡qué cliché! ¡qué horror! ¡qué atraso!). Pero este año no lo estoy sintiendo. Todavía puedo ir: es mediodía y la marcha comienza en un par de horas. Pero no hay nada que me esté motivando. No veo el cambio de actitud hacia esta marcha que quiero ver en las personas que me rodean (siempre lo mismo: vas a ir con las vestidas, vas a salir en las noticias, para qué te vas a ir a dar color) y me estoy sintiendo soldado de una guerra tonta, que no se puede ganar ni en el corto, ni en el mediano, ni en el largo plazo. Ni siquiera los triunfos en otros países (legalización del matrimonio en Nueva York, primer desfile sin ataques físicos en Zagreb, Croacia) me están haciendo arrancarme de la silla e irme al Paseo General Escalón a caminar bajo estas nubes ridículas. ¡Qué feo! ¡Qué estereotipo! La loca desmotivada, enojada con el mundo. Pero no, no estoy enojado; simplemente este año no lo siento. Probablemente a los organizadores les convenga cambiar la fecha del Orgullo en San Salvador, para que coincida con un mejor clima (porque el sol siempre nos pone de buen humor: ¡qué horror!), así como hacen en Brasil o en Australia. Pero no, sigue siendo bajo este clima miserable de junio. Y eso, combinado con mi arranque de desinterés, me hacen quedarme en mi casita. Desde aquí veo el Paseo, pero seguramente no voy a lograr ver el desfile. Siempre ha sido así: invisible, solo presente para los que se pararon y aguantaron la lluvia hacia la Catedral. Pero este año no lo voy a ver. No voy a estar ahí. Este año el Orgullo no está aquí.

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