sábado, 4 de junio de 2011

Las alarmas suenan como auroras

Una pared negra, o el cielo. Una alarma, o una aurora. Noche barata, de sábanas viejas, de día largo, amarillo y cansado. Poco café en la taza, el hueso de una manzana: el sonido de un ave de mal agüero. Poco se de los carros que todavía pasan por las calles y nada se de las personas que ya duermen. Nadie está oyendo el sonido y nadie teme como yo. Los escenarios son varios, variados: una flor sumergida en un río, una película en un cine vacío, una camisa doblada a la perfección en una maleta que no va a ninguna parte. Como siga sonando la alarma, la voy a confundir más. Voy a imaginar el ave, o el aeropuerto, o los árboles meciéndose y los pájaros gritando. Se oyen como gritos. O será una alarma. O será la pared negra que parece cielo.

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