sábado, 23 de julio de 2011

Laughing

Me encierro a reír, mis dientes postizos se me salen de las carcajadas y ya me río mejor con la boca vacía, solo con la lengua, temblando y rodando en el suelo. No se por qué me río ya se me olvidó pero la carcajada sigue saliendo, como si terremoto, las luces tiemblan, la ciudad se marea, las mesas se van quebrando y yo me sigo riendo, destruyendo todo, pero desde aquí, desde aquí nadie sabe que yo soy el que me estoy riendo, no fue un chiste ni una situación ni una comedia, fue reacción, como si de un virus se tratara o de un cáncer, se me fue esparciendo, de una sonrisa a la risa. En este cuarto me han acomodado las paredes y me las han afelpado, tengo mi propia cama pequeña y mi mesa de noche con los libros de Condorito y los especiales de Quino, por las noches los leo y me río para mí mismo, como si reírme me fuera a costar la vida o como si al reírme me van a sacar de aquí y me van a volver a sacar a la ciudad, con sus edificios bajos de negocios que abren y cierran con sus pasillos al aire libre que se mojan cuando azota el agua y uno no puede sonreír ni reírse porque ya mismo lo empiezan a ver, otra vez a las plazas donde carcajearse es pecado o donde sentarse de una manera o donde lo ven mal a uno por morder las bancas o agarrarle las nalgas a las niñas que venden jocotes. No quiero que me manden a las calles adonde los buses pasan tan rápido y uno no puede cruzarlas y entonces uno se tiene que subir a reír a las pasarelas pero entonces también ahí pasa gente (gente con ropa) y ya uno tiene que cerrar la boca o que me manden a los centros comerciales y ahí no tengo ni dinero ni me da risa nada y en las gradas que se quedan congeladas a medio camino y toda la gente pelando los dientes en los cines y hartándose de maíz inflado.

No yo no, yo mejor me quedo aquí adentro desde donde voy destruyendo el mundo, el país, la ciudad, la plaza, a la niña, a los jocotes, risa por risa, carcajada por carcajada, sin dientes o con ellos.

viernes, 22 de julio de 2011

¿Es la ley del "Crimen del Sexo en Grupo" una ley obsoleta?

Por Ming Haoyue

La socióloga Li Yinhe, conocida por su promoción de los "derechos sexuales", se ha vuelto de nuevo punto de atención pública con un artículo que apareció en su blog el 3 de marzo.
Li escribió sobre el "Crimen del Sexo en Grupo" en la ley criminal China y cómo este está tan obsoleto que debería abolirse. Mientras que Internet se encendía con el debate, 22 personas incluyendo un profesor asociado eran acusados con el crimen y estaban siendo juzgados en Naijing.
Encuentro muy difícil estar de acuerdo con la sugerencia de Li. Ella ha listado las siguientes razones para abolir el crimen:
Primero, abolir el crimen no es animar al sexo grupal.
Segundo, una ley basada en el estilo de vida de algunos ciudadanos no debería ser utilizada para castigar el estilo de vida de otros.
Tercero, tales cargos criminales son raramente observados en la vida social contemporánea.
Cuarto, las leyes, especialmente las criminales, no deberían lidiar con asuntos morales.
Quinto, abolir este crimen tiene otra importancia, eso es, prevenir la recurrencia del entrampamiento de los derechos de los ciudadanos que tomó lugar durante la "Revolución Cultural".
No encuentro estas razones válidas.
Primero, si no hay ley que prohíba el sexo grupal, ¿cómo prevenimos que vuelva a pasar? No necesitamos ni animar ni tolerar tal comportamiento.
Segundo, quien sea que cometa un crimen debe ser castigado por la ley; de la misma manera, alguien que participe en sexo grupal debe ser castigado por la ley. Aquellos que no participen no serán castigados pues no toman parte en la actividad.
El argumento de Li que una ley basada en el estilo de vida de unos no pueda ser utilizada para castigar el estilo de vida de otros es confuso. Castigar el sexo grupal ofrecerá protección efectiva para la abrumante mayoría que está en contra de la práctica.
Tercero, que la ley sea aplicada con poca frecuencia no quiere decir que el sexo en grupo no existe, y que el cargo criminal ya no sea válido.
Cuarto, en cuanto concierne a los individuos, el sexo en grupo es un comportamiento decadente que surge de la búsqueda sexual natural de la gente. Sin embargo, desde un punto de vista público, reta la moral social y afecta el orden normal de la sociedad, lastimando así el deseo del público en general de buscar los buenos comportamientos.
Quinto, hay una diferencia entre el castigo al sexo en grupo y el entrampar derechos ciudadanos.
Creo que la ambición es parte de la naturaleza humana y varias leyes son establecidas para limitar esa ambición. Imaginemos, si todo el mundo se guiara por su deseo y pudiera hacer todo lo que desee, ¿no se hundiría el mundo en un caos total?
Lo mismo sucede con la actividad sexual humana. Indulgencias caóticas alimentan otros demonios. Mientras sigan ocurriendo dichos comportamientos, la ley del sexo en grupo no será una ley obsoleta.

Tomado de metrobeijing, edición de abril 2010 que encontré entre un montón de papeles mientras limpiaba. Quise ocuparlo para limpiar mis espejos, pero decidí guardarlo pues siento que en él tengo un tesoro del absurdo.

Mirada en Skytrain

Skytrain de Bangkok. Hora pico. El tren está lleno de turistas, oficinistas y con mi cuerpo cansado de andar caminando por Sukhumvit. Frente a mí van unas señoras que parecen trabajar juntas, porque usan el mismo uniforme. Unos chalecos azules con faldas del mismo color y camisas rosadas, ajadas por el día. Una de ellas, grotescamente maquillada (por grotesca quiero decir un montón de base, colores fuertes de pinta labios y sombras) me sonríe. Yo le sonrío. Me comienza a hablar y yo me quito los audífonos. Su inglés es problemático, pero nos comunicamos bien. No recuerdo muy bien lo que conversamos. Seguramente de dónde era yo y qué andaba haciendo en Tailandia. Me contaba cosas de la ciudad y del tren, o de los destinos y los barrios. Que si ya había ido al Gran Palacio. Que si iba a ir a alguna otra ciudad, a las playas (con este calor, ¿cómo no?). Durante una pausa más o menos larga, yo volví a ver hacia el suelo. La señora usaba medias. Noté que tenían agujeros en sus dedos, apretados por sus zapatos negros que mostraban su edad. Volví a ver hacia arriba y le sonreí, para seguir la conversación. Pero me apartó la mirada con vergüenza y se unió a la conversación de sus compañeras de trabajo. Nunca voy a olvidar esa mirada. La puedo ver ahora mismo. Puedo sentir lo que sentí, porque yo también sentí vergüenza. Quería decirle que no le había visto los pies para criticar, o explicarle que no importaba. Pero no se qué pensó ella. Le dio pena. O simplemente pensó que yo era uno de esos superficiales que iba a pensar menos de ella por sus medias rotas. No se. Pero no me volvió a hablar. No se si me bajé antes yo o se bajó antes ella, porque la vergüenza y la incomodidad volvió todo borroso. No recuerdo mucho más de ese viaje en el Skytrain, pero sí que recuerdo esa mirada. Tanto o más como recuerdo el Gran Palacio o las playas.

jueves, 21 de julio de 2011

Orín

Noté que cuando la última gota de orín cae en el inodoro igual que una gota de agua. Hace las mismas ondas como si cayera en un charco o en un estanque de la comunidad, en un bache que se ha llenado de agua llovida. Podría, como experimento, tomar un poquito de agua del lavamanos y echarla al inodoro, para comprobar que en efecto el orín cae igual que el agua. Del orificio de mi uretra sale la gota como si se tratara de una manguera de jardín que gotea, o de un grifo de cocina en día de cortes generales de servicio de ANDA. Cae en el agua, blanca, porque hace ratos que no tomo Coca-Cola. Pienso que prefiero mear claro que amarillo. Me cierro el pantalón y me lavo las manos, porque estoy en casa ajena. Salgo y me pongo a escribir en una libreta, porque no tengo computadora, el inicio de esto. Me interrumpe una llamada. Tomo un poco más de limonada. No me aguanto porque me den ganas de orinar otra vez y comenzar de nuevo a escribir.

Shaking Through

Una vez en un país democrático habló una pequeña voz en el salón y nadie la escuchó. Es más, la voz se apagó hasta que quedó una boca moviéndose sin ton ni son, y alguien lo notó y decidió golpear la cabeza del pobre que asumía que lo iban a escuchar. Luego, todos se reunieron a golpear su torso, a destrozar sus genitales y quebrar sus costillas con zapateos certeros. El pobre de la pequeña voz quedó temblando, como cola de lagartija sin cabeza.

Pilgrimage

Nuestros jóvenes se van, uno a uno, en el aeropuerto, porque estos jóvenes no son indocumentados normales: estos jóvenes consiguen visas, oportunidades, trabajos. Se van, porque o en Estados Unidos o en España se vive mejor, se puede ser maricón o simple libre, se puede conseguir esposo o esposa y mejorar la raza. Se van, porque se van; se trabaja más, se viaja más, se olvida a los familiares. Porque estos indocumentados tampoco mandan dinero, no; sus familias usualmente no lo necesitan y aquí en El Salvador podrían estar bien. Podrían ser pintores, escultores, economistas, banqueros u oficinistas; pero no, no quieren serlo aquí. Salen y se aburren de La Ventana, de las discotecas de Multiplaza, de la Juan Pablo si son sodomitas. Vienen contando de la Oveja Negra, o de la Castro, o de los bares de Chelsea o de las fiestas de Mardi Gras. Estos indocumentados no lo son porque lo necesiten, sino porque lo prefieren. Aquí podrían caminar en las calles, andar en autobus, pero no: quieren andar en la calle y caminar en los pasillos de los autobuses en otras ciudades. ¿Por qué, dirá? Que son más limpias, que son más bonitas, que allá en el Mediterráneo la piel se pone más blanca y uno parece menos salvadoreño. Estos jóvenes son los peregrinos modernos, de pantalones delgaditos y cinchos pequeños, de corbatas rectas y peinados irónicos; estos son los que vienen de vez en cuando de vacaciones, hablan con un acento diferente, se hartan de pupusas, se empanzan de Pilsener.

Estos peregrinos podrían quedarse, conseguir trabajo y conseguir marido o mujer o amante o que las preñen, pero no, para qué, se dicen, si me encanta cómo me quedan los abrigos y me veo divino con bufanda.

miércoles, 20 de julio de 2011

Tormenta

Me parezco a vos

Tengo una foto en la que me parezco a vos. A veces me veo en el espejo por accidente y reconozco tu mirada en mis ojos. Quisiera ser igual a vos y hablar conmigo. Nos parecemos tanto. Quisiera que mi cuerpo fuera idéntico al tuyo, o algo así. Me parezco tanto a vos que a veces me da miedo. Lo único que no se parece, a veces, es cómo pienso. Adentro. Pero el resto, el resto es tan parecido. A veces me detienen en la calle para decirme cómo estoy. No se dan cuenta de que no soy vos, que soy yo. A veces mi hermana se despierta en las mañanas y al verme, borroso, desayunando, me dice tu nombre y yo tengo que hablar para que se entere. Me parezco tanto a vos que tus hijos me dicen papá y me tocan la mano y me tocan la cara y me dan besos en la mejilla. Siento tan bonito cuando me dicen papá. Me parezco tanto a vos que a veces a tu esposa le cuesta distinguirnos. Mi amor, me dice. Cuánto te quiero. Hace tanto tiempo que nadie me dice que me quiere. Me dan ganas de sustituirte, reemplazarte. Cambiar de lugar y tener tu dinero, tu casa, tu esposa, tus hijos, tus camas, tus edredones, tus carros. Moverme por la ciudad y que me digan tu nombre y que me saluden por la calle y decirles, sí, soy yo. Estoy seguro de que nadie se daría cuenta. Todo seguiría igual que siempre. Pero con uno menos. Con uno menos de nosotros.

martes, 19 de julio de 2011

Sitting Still

Recuerdo a la niña de la casa de enfrente. Recuerdo que no hablaba, muda, sus gemidos favoritos eran algo parecido a "mamá" y a "papá". No recuerdo su nombre porque nunca lo pregunté, pero de qué sirve un nombre si no lo podés decir. La recuerdo en su uniforme azul caminando hacia la escuela y la recuerdo sentada, quieta, en la acera esperando a que pasara el carretón de sorbetes. A veces se lo compraba yo. Me gemía gracias y yo le tocaba la cabeza. Recuerdo los colochos de su pelo y sus dientes mordiendo la paleta de chocolate. Recuerdo verla celebrar sus cumpleaños, todos hasta el número nueve, con música que no podía oír muy bien y felicitaciones que eran movimientos de manos. Recuerdo la música fuerte y las piñatas y su sonrisa y su risa, medio tontas. Yo no se qué le había hecho mi papá a su familia pero yo nunca fui a ninguna de esas fiestas. La recuerdo sola, una vez, regresando a la casa desde el colegio. ¿Por qué la dejaban caminar sola? ¿Si cuando le hicieran algo no iba a poder gritar o pedir ayuda? Recuerdo que le gustaba la sopa de res y los domingos comía pupusas viendo el partido de sus hermanos. Recuerdo sus vestidos morados, su camisa azul y su pantalón chiquito, que enseñaba sus piernas flacas y tembleques. Recuerdo que su cuarto daba a la calle y a veces la podías ver viendo por la ventana a la gente pasar. En misa, también, la recuerdo, durmiéndose y babeando y golpeando su cabeza en el pecho cuando se despertaba de repente. Recuerdo sus gemidos cuando cantaba los himnos siguiendo con torpeza la boca de los demás. Recuerdo sus cuadernos con letras torcidas y la clase que todos los días a las cuatro de la tarde tenía con su maestra de señas, que usaba faldas largas y trapo en la cabeza. Recuerdo su cuarto, pequeño, con la ventana en la pared que daba a la calle y recuerdo su edredón de las princesas. Recuerdo que tenía un cartel de un volcán en las paredes y recuerdo que dormía tranquila cuando entré. Recuerdo taparle la boca y aún así escuchar sus gemidos inútiles. Sus piernas flacas luchaban en vano contra las mías. Recuerdo que ese día me dormí al solo poner mi cabeza en la almohada.

domingo, 17 de julio de 2011

Me gustaste, Tendero de Zara.

¿Te contrataron solo para pasearte por la tienda, Tendero de Zara? ¿Te eligieron de una fila de niños guapos para ponerte ese pantalón y camiseta apretada y hacerte andar entre los espejos y las mesas con ropa sin doblar contoneando el cuerpo que trabajás en el gimnasio con pantalones cortitos, demasiado cortos, revelando marcas de nacimiento que podría besar con mi labio superior? ¿O estás aquí solo para gustarme?

Trato de no verte, Tendero de Zara, porque me da miedo que te des cuenta de que me gustás. Pero quisiera que te dieras cuenta. Quisiera que sepás que no necesito tanta ropa, que vengo al menos dos veces a la semana solo para verte y seguirte con la mirada, apartarla cuando lo notés. Quisiera que sepás que robé uno de las tablas de horario y ahora se qué días vas a estar ahí, a qué horas y por cuanto tiempo. Que sepás, también, que me pruebo chaquetas frente a vos y viéndome al espejo con dudas en la cara para que algún día te atrevás y me digás, con una sonrisa: "Esa te queda bien". Y así, por fin, nos podríamos comenzar a enamorar.

Tendero de Zara, enamorate de mí.
Nada vas a perder. Vas a ganar tanto. Vas a tener un novio que te va a atender tus necesidades, todas ellas, que te va a cocinar y surcir los pantalones cuando necesités. Voy a ser tu sastre, tu doctor y escritor. Te voy a ayudar en tus tareas de la universidad (¿Vas a primer año Tendero? Tu cara me lo dice). Te voy a regalar ropa de gimnasio, cada vez más estrecha, cada vez más corta, para que todo el mundo te vea y sienta envidia de mí. Yo te tengo, Tendero. Yo te voy a tener.

¿Qué pensás, tan serio, cuando estás haciendo tu trabajo? ¿Pensás en mí? Cuando levantas la barra en el gimnasio, Tendero, te imaginas en la caja de Zara, por fin en corbata y camisa ajustada, por fin tocando dinero y no doblando ropa, por fin en el lugar que siempre quisiste estar? Siempre has querido estar conmigo, Tendero de Zara, yo lo se. Mañana o un día de estos cuando coincida con tu horario visito la tienda y me tropiezo con vos por accidente. Te voy a decir perdón y con un guiño del ojo vos vas a saber que soy yo el hombre de tu vida. Vas a ser tan feliz.

Te prometo que no vas a tener que doblar ninguna camisa en el apartamento que vamos a compartir.

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Tengo una tendencia extraña a que me gusten los que trabajan en Zara. Hace años escribí esto.

lunes, 11 de julio de 2011

1,000,000

No quiero ni las anginas de mi abuela ni la diabetes de mi mamá ni la presión alta de mi tía ni los problemas de pulmón de mi papá. No quiero el alcoholismo de mis abuelos o morir envenenado con gases que fumigan los campos de maíz. No quiero la embolia de mi otro tío o los paros de mi otro tío o la operación de corazón abierto de mi otro tío. No quiero la apendicitis de un amigo o los aneurismas o la bala en la cabeza del cantante camino al aeropuerto. No quiero la muerte del taxista en la Málaga el julio 11 de 2011 o la de los turistas camino a Copán en el bus de la King Quality. No quiero que le llamen a mi mamá en la madrugada para decirle que me tiré del sexto piso de mi edificio y no quiero estrellarme en el Amazonas en el avión de Copa Airlines camino a Río de Janeiro. Tampoco quiero estrellarme en los Andes, o hundirme en el Pacífico; no quiero los síndromes de inmunodeficiencia adquirida ni la gonorrea ultra poderosa resistente a los antibióticos ni la hepatitis C. No quiero ni la neumonía ni las hernias ni el cáncer de colon ni tropezarme y estrellarme con la cabeza en la bañera. No, no quiero.

Lo que quiero es vivir un millón de años y tocar guitarra y ser eterno y saltar con la música y tomarme la cerveza y reírme de la muerte en su cara y que ninguna avalancha ni alud ni talud ni desperfecto mecánico me apague el cerebro. Y encontrar una cura para la resaca.

No pido mucho.

Stumble

Escucho los tropiezos de los ladrones en el techo de la casa. Escucho cómo sus pies quiebran las tejas y sus manos empuñan sus pistolas con cuidado para no disparar por accidente. Veo a través de la ventana y reconozco sus siluetas en la oscuridad, veo el brillo de sus ojos. Caen con golpes sordos al suelo del patio central y comienzan a recorrer la casa llevándose las cosas: el televisor, algunos muebles, mi hermana se despierta y lo vemos todo a través de los pequeños espacios entre la cortina. Los vemos moverse ágiles como gatos y escuchamos hasta aquí los ronquidos de mi papá. Vemos como abren una de las puertas a la calle y comienzan a sacar todo. Mi hermana ya está llorando y yo le tapo la boca para que no haga ruido. Me caen en las manos sus lágrimas y yo me acuerdo de la pistola de mi papá y me enoja estar tan lejos de ella porque ya la hubiera agarrado y los hubiera matado a todos. Los enterraría todos en fosas comunes cerca del cementerio y disfrutaría ver los agujeros de las balas en su pecho y me lavaría las manos con su sangre a manera de ritual. Veo cómo se llevan las cosas: todas las cosas: y con cuidado cierran la puerta y han dejado toda la casa vacía. Al siguiente día desayunamos en el suelo y mi papá nos putea por no haberlo despertado. Suerte que dejaron los frijoles y las cacerolas porque si no no podríamos comer nada. A la siguiente noche los ruidos vuelven pero esta vez todos estamos dormidos. Seguramente vienen por los frijoles.

Amanecer Julio 11 2011

Diálogos Familiares (i)

-Tía, ¿Y mi tío fue el hombre más guapo con el que anduvo?
-¡El más feo quizás! Pero de él fue del que me enamoré.

domingo, 10 de julio de 2011

Gardening at Night

Cuando me muera, enterrame en el jardín. Pedí el permiso en la alcaldía y cavá vos el hoyo con la pala que te compré con ese propósito en mente. Yo voy a marcar el espacio y el lugar. Juntos vamos a encargar la lápida y pasemos un buen rato pensando en lo que va a decir. Las letras van a ser cursivas, elegantes. A la par de la fecha de mi muerte una cruz y a la par de mi fecha de nacimiento una estrella. Cuando me terminés de cubrir en tierra esperá un par de meses a que crezca la grama. Se va ir cubriendo poco a poco como mi barba se va cubriendo de vellos con los días. Tocá mi barba. Recordá ese sentimiento. Cuando esté muerto pasá las manos sobre la grama e imaginá que es mi cara. Pronto, mi espacio será verde. Sembrá en él hortalizas. Sembrá en el algo que crezca grande y extienda sus raíces hacia adentro. Que se vayan torciendo como bejucos subterráneos y lleguen hasta mis huesos. En mi cráneo se van a enredar las raíces y los tomates van a tener el color de mis ojos, el sabor de mis pies. Recogé los frutos de noche cuando los árboles hacen sombras extrañas y que no te de miedo la sombra de mis manos que toca tu espalda. Regá también de noche, e imaginá que cuando una gota cae sobre las hojas, viaja hasta mí, hasta mi pelvis, hasta los huesos de los dedos que escriben esto mientras vos llorás borracha. Siempre hemos sido una pareja muy extraña.

Esta entrada es presentada por el Puño de Ron Swanson

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¡Mark...Brandanowitz!

Ron Swanson es el personaje de Nick Offerman en Parks and Recreation. Es un libertariano, devora patas de pavo envueltas con tocino ("they call this a 'Swanson'"), cazador, constructor de canoas y arpas. Le excitan los cortes de presupuesto ("I got a semi just saying that"), el fracaso del gobierno ("I think all government should be privatized") y su ex esposa Tammy ("Looking at her is like looking at Satan's butt hole"). Es un hombre maravilloso.

sábado, 9 de julio de 2011

Carnival of Sorts (Box Cars)

Empalagan las conservas de coco del Quinto Viernes en la calle del cine. Las papas huelen a aceite y el elote loco sabe a pura salsa de tomate. La mujer de los churros es una lesbiana con corte pelo macho y ve los culos de las mujeres cuando pasan caminando hacia las sillas voladoras. Ha venido desde San Matías a poner su puesto y vende como doscientos colones al día. La he visto todos estos años y siempre la saludo con una gran sonrisa y me regala un jocote en miel.

-Vaya hijo

Se que es lesbiana porque mi papá usa la palabra marimacha para describirla y mi tío anda diciendo que se está dando a una de las niñas de la Parroquial.

-Vieja puta, con la bichita.

Yo creo, a mis 15 años, que lo que mi tío tiene es envidia. Pasamos tomando ponche y le decimos hola.

-¡Hola!

Me sonríe y es la última vez que la veo.

Mataron a la Patty, oigo que le cuenta mi mamá en voz bajita a mi abuela. Vaya mierda, dice la viejita. Este pueblo está enfermo. Enfermo crónico, escribo yo en mi libreta pequeña, llena de trozos de páginas arrancadas.

Wolves, Lower

Instalo los alambres razor. Pongo un portón de metal con puerta alta de doble llave. Las chapas las mando a cambiar cada semana. Pago el vigilante de la calle y obligo a que baje la pluma y le pregunte qué viene a hacer a cada persona que entra. Esta calle es nuestra y la vamos a defender. Pongo un cono en mi espacio de parqueo cuando yo no estoy. Compro un rótulo de "cuidado con los perros" y voy borrando los graffitis según van apareciendo. En mi jardín pongo trozos de vidrio al borde de los muros para que sangren sus manos. Guardo mi pistola debajo de mi cama, cargada. Renuevo mi licencia de armas cada vez que es necesario. La llevo en la guantera del carro y la licencia conmigo, en mi cartera. En la foto sonrío y mi nombre completo no tiene antecedentes penales. En los semáforos me quedo un poco antes de la esquina y veo los espejos retrovisores con mucho cuidado. Tomo una ruta diferente cada vez que vengo a mi casa, voy al trabajo, visito a mi mamá. Si no puedo andar la pistola cargo una navaja Swiss Army que es sorprendentemente efectiva. Miro a todos con ojos de sospecha. Creo que fue el amigo de mi hermana el que mandó a matar a mi tío. Lo veo y le leo los ojos y lo veo que es culpable. Aquí en esta ciudad todos somos lobos. Nos vamos comiendo con los dientes y el olor de la sangre nos alimenta las narices. Me encierro en mi cuarto y pongo mi cabeza en la almohada y cuento ovejas. Pero se van convirtiendo en lobos. Todos. Un lobo, dos lobos, tres lobos. Oigo que tocan a la puerta. Agarro la pistola y me persigno.

Presentando: Puños de R.E.M.

Si usted ha leído este blog o Un Raro Dúo antes, sabrá que mi obsesión con R.E.M. borda en el fanatismo religioso. Escribiendo la entrada titulada "Nightswimming", me di cuenta de que no existe grupo de rock o de música en general en el universo que me inspire más que el cuarteto de Atenas. Así que me he propuesto una tarea gigantesca: escribir una entrada con un texto de ficción sobre cada canción que el grupo jamás ha publicado en un disco. Desde "Wolves, Lower" de Chronic Town (1982) hasta "Blue" de Collapse into Now (2011).

Probablemente me tome años, porque no voy a apresurarme. Las voy a ir escribiendo según la canción se vaya revelando como fuente de inspiración.

Ya se: ya aburro con R.E.M. Pero son mis puños y hago lo que quiero con ellos.

Dieta

I will take my coffee black
never snack
all for the sake of a
Foolish Love...

-Foolish Love (Rufus Wainwright)

Tanto año a dieta que el hambre se vuelve común, coexistiendo con la respiración. Mejor dormir de nuevo, como los sin techo, para no sentirla. Y todo por...

Nightswimming



Nadando, bajo agua, tu boca, la mía. Hay gente alrededor: nos vemos, nos reímos. De la noche hemos extraído agua y la hemos repartido en estos canales y hemos hecho ríos negros, profundos, calmos. Hemos atravesado el aire con nuestras manos y sangrado las nubes para formar la lluvia. Buscamos entre nuestros cuerpos señales de frío, o calor, pero no hay tiempo para las sensaciones. Todo flota, todo deja un rastro de burbujas detrás como si la cola de un cometa necio, huraño, acaba de pasar cerca. Lo sentís en tus pies. Lo sentís en tus piernas. Nos vamos quitando la ropa como si de pieles innecesarias se tratara. La dejamos flotar lejos. Todo flota lejos. Sostenemos la respiración y vamos adentro, más adentro, hasta que lo único que tenemos cerca es agua, y no nos importa la falta de oxígeno. La cerveza se mueve en nuestros estómagos y el alcohol, en los cerebros, nos alegra. Las carcajadas nos sirven a la vez para volver a respirar y para mirar nuestras sonrisas. Pataleamos como perros o lanzamos agua como niños. En el pueblo duermen nuestros papás en camas separadas y entre nuestra tontería mojada hay cierto rastro de tristeza porque algún día vamos a ser como ellos: en petates, con rosarios en la mano, porque olvidamos lo bonita que es el agua, estar desnudos, el sabor de dos bocas diferentes en una misma noche. Por ahora, tenemos que nadar. Y nadamos. Hasta que la luz nos arruine la noche.

viernes, 8 de julio de 2011

Ganas o Hambre


Tengo ganas o hambre de transportarme a 1987 a alguna sala de conciertos de Atlanta y estar en un concierto de R.E.M.

Yo me ligaría al confundido Michael Stipe, quien lucha con su bisexualidad

y yo contribuiría
a las letras
de varias de sus canciones.

Peter Buck me odiaría.

jueves, 7 de julio de 2011

Turista (ii)

Quisiera ser turista en El Salvador, para llegar e irme con unos anfitriones maravillosos a El Tunco, a tomar un montón de cervezas, a decir "pero qué bonito este país, este país tan tranquilo, dicen que es violento pero yo no veo nada, con gente tan sonriente y surfers, con esos tatuados y esa piedra tan grande, tan interesante, con hoteles tan baratos".
Quisiera ser turista en El Salvador, para que me llevaran al Centro y decir: qué interesante este centro dilapidado, estos mercados que son calles, esta catedral pintada por artesanos de las montañas (¿o por quién era que fue pintada?).
Ser turista y visitar el Palacio Nacional. ¡Qué imponente! ¡Cuánta historia! ¡Cuánto poder ha pasado por estos salones!
Ser turista y que me lleven a las discotecas gay, y decir que para ser una ciudad tan pequeña en un país tan conservador son bastante grandes y liberales. ¡Cuánto hombre dispuesto a tener sexo conmigo, porque soy turista, porque soy temporal!
Y entonces me llevo a uno a mi hotel y tenemos sexo por largos ratos, hasta que nos dormimos y al siguiente día me dice: ¿Querés ir al mar? Y nos unimos con muchos de sus amigos, me vuelven a llevar a El Tunco, luego en la tarde regresamos y me dicen: comamos pupusas, me llevan a Antiguo y comento el sabor tan rico, el maíz y el arroz, el queso y los frijoles. ¡Qué rico se come en El Salvador!
Quisiera ser turista para tener fecha de salida, para decir: ay qué rico sería vivir en esta país tan tranquilo, donde se la pasa uno tan bien, tan relajado, con tanta sonrisa y tan barato.
Quisiera ser turista para no tener que ser salvadoreño y pasar escuchando las historias: que mataron al papá de una amiga cuando fue a comprar leche, que mataron al papá de un ex cuando abría su negocio, que asaltaron a un bicho con el que estuve hace años y asaltaron a mi sobrina cuando iba para su casa del trabajo, que están mandando anónimos "perros" a toda la gente de mi pueblo.
¡Ay sí! Quisiera ser turista para que después de dos semanas de borracheras y alegría, de sexo y condones, me fueran a dejar al aeropuerto y yo abrazara a estos salvadoreños sonrientes, valientes, únicos. Para ir a la sala de espera de Comalapa y sonreír satisfecho, qué viaje más bonito, y pensar:
Qué bonito es El Salvador, qué bonito, pero qué suerte tengo de no vivir aquí.

martes, 5 de julio de 2011

Turista

Si fueras una ciudad probablemente serías una ciudad pequeña, que visitaría en un día y no tuviera ni siquiera restaurantes abiertos en domingo. No me darían ganas de caminarte más allá de tu pequeña plaza central (con una catedral cayéndose en pedazos y con unos edificios civiles sin gracia, sin balcones y sin carácter) y huiría rápidamente a la estación del tren a tomar el próximo a cualquier lugar, fuera de ahí, en cualquier dirección.
Ninguna persona famosa nació en vos, nadie te quiso pintar, no tenés museos ni guías de viajes dedicadas a vos. Me bajé, no se por qué; pero me bajé. Quizás era para quitarme la duda. Quizás haya algo diferente en esta ciudad que nadie más ve.
Pero no.
No hay nada.
Solo un montón de calles irregulares idénticas a un montón de calles irregulares de otras ciudades, tan genéricas y tan aburridas, tan nada como vos.
Sin embargo, cuando llego a mi casa, te agrego a mi lista de ciudades que he visitado.
Aún los lugares más patéticos merecen estar en una lista.

sábado, 2 de julio de 2011

I think ur a Contra

Me recuerda al final. Me hace nostálgico y tontería. Me pone los pelos de punta porque me la imagino algún día teniendo el significado que quiero que tenga. Me gusta escucharla y pensar en un final. Es una canción sobre un final. Sobre la conclusión lógica de todo lo que pasa. "Él es un turista, él pasa por la vida de las personas, toma fotografías y luego se va. Él es egoísta". Me voy soltando de las caras y de las fotografías, de los viajes y las cervezas. Voy dejando todo atrás. Dejo el celular apagado y me duermo, o comienzo a escribir. Veo 20 episodios de mi serie favorita o de la serie que me gusta. Me acostumbro al olor de mis sábanas y a la sensación de mi almohada. Vuelvo a escuchar la canción. Siento que es sobre un final. Identifico un final. Me imagino las letras de crédito recorriendo el frente de mi rostro. Todo esto es gracias a ustedes. Todo esto existió gracias a ustedes. No reniego nada de lo que pasó. Es más, lo celebro y lo conmemoro. Pero todo tiene final, ven, todo tiene final. Voy presionando pequeñas equis y voy borrando contactos. Me deshago de la presión de la compañía y del sabor de las conversaciones. Me voy quedando solo. Disfruto el proceso de que se me inflen las ojeras y se me amarillen los dientes. La ciudad sigue caminando y todos siguen: con sus cumpleaños, sus nacimientos, sus bodas y sus relaciones. Salen, abrazan, besan, tienen sexo (mucho sexo, poco sexo) y luego sudan y se duermen con las piernas encima de las caderas. Despiertan con halitosis, resaca y hambre. Y otra vez comienza todo de nuevo. Voy rompiendo los ciclos. Voy deteniendo las lavadoras y los microondas. Desconecto la refrigeradora y me como los últimos quesos que quedaban. Las últimas frutas y el último yogur. Observo cuidadosamente mis pasos porque se que en los pasos es adonde identifico el deseo de seguir caminando o detenerme. Me detengo. Imagino el conducir hasta allá. Y la voz de los demás. Y aprecio el silencio. Me preparo un café. O dos. Pero uno lo dejo para más tarde. Llamo a mi mamá. Abrazo su voz desde aquí y le digo que vayamos a cenar. Es lo único. Ella. Mi sangre. El resto de mi sangre. Todo lo demás lo voy despegando como calcomanías proselitistas de la parte trasera de un carro usado. Y no pongo ninguna nueva. Me voy quedando con lo transitorio y lo pasajero, los huéspedes y lo temporal. Voy dejando el silencio y el silencio me recibe. No escucho nada. No digo nada. Nada es de repente, todo.

Pero no sirve ya de nada
porque ya lo decidimos
vas a cuidar de vos mismo
y yo igual
I think ur a Contra
I think that you lie