¡Paula! Grita a cada rato la lora. La lora no tiene nombre pero habla como gente. Está colgada en una jaula en el árbol del jardín de la casa de mi abuelita. No se el nombre del árbol. No creo que de frutas. La casa de mi abuelita me da miedo. Tiene un montón de cuartos oscuros y me da miedo entrar. Hay animales y tacuacines. Tiene dos perros bien grandes que me ladran cuando me ven. A veces murciélagos. Pero voy ahí porque mi abuelita huele a perfume y me abraza y me da pisto. El delantal le rebalsa con billetes de a colón y de a cinco colones. Siempre se duerme en la hamaca y me gusta imaginarme que soy malo y que le quito pisto y ella ni cuenta se va a dar.
Pero mi mamá dice que no que nosotros no le quitamos pisto. Nosotros no. Yo se donde mi papá guarda el pisto. Lo guarda en una gaveta a la par de su cama. Mi papá tiene un petate arriba de la cama. Le duele la espalda. Mi mamá y él duermen en camas separadas. Pero yo a veces oigo ruidos y una vez mi hermano me dijo que fuera y que oyéramos. Así que creo que a veces duermen en la misma cama. Yo se dónde mi papá guarda el pisto pero yo nunca le he quitado. Él todos los domingos nos da pisto para que mi hermana y hermano y yo llevemos al colegio. En el colegio en todas las materias voy bien menos en física. Estoy gordo y soy huevón.
Yo no como fritada, pero estoy gordo.
Me gusta comer marquesote con café. Mi mamá me da todos los días marquesote con café. Mi abuelita no puede comer marquesote porque está enferma. Todo lo dulce le hace daño. Mi abuelita a cada rato me dice que yo tengo sangre dulce. Ella también tiene la sangre dulce pero enferma. En el colegio con el pisto que me da mi papá me compro una Coca-Cola y una galleta Chiky. Pero mi abuelita no podría comer ni tomar eso. ¡Paula! Grita a cada rato la lora y la Paula sale disparada a la puerta porque alguien quiere comprar manteca. La Paula está arrugada y es bien fea. Y no anda pisto en el delantal. Me da miedo porque tiene voz de viejita y dientes postizos. Mi abuelita tiene dientes postizos pero son más limpios y bonitos.
Mi abuelita una vez me arrancó unos dientes de leche que tenía. Mi abuelita me da medio miedo. No es que sea fea porque es una viejita bonita. Se sienta en la silla de hule y nos llama para platicarnos. Pero no nos cuenta muchas cosas. Mi abuelita y mi mamá tampoco hablan tanto. Yo no hablo tanto con mi mamá. Yo las veo platicar y no entiendo lo que están diciendo, pero hablan bien bonito las mujeres. A mi papá no me gusta oírlo platicar con su hermano ni con sus amigos. Hablan bien fuerte y se friegan y dicen malas palabras.
Mi mamá me ha dicho que yo no tengo que decir malas palabras. Pero mi mamá si dice malas palabras.
Un día se va a morir mi abuelita me dijo mi mamá. Ya está viejita y tiene la sangre mala, dulce. A mí me da pena porque vamos a hacer funeral y no me gustan los funerales. Yo no creo que vaya a ponerme triste por mi abuelita pero sí me voy a poner triste por mi mamá. Mi mamá a cada rato habla de mi abuelita. Cada vez que salimos de aquí nos llevamos a mi abuelita. Le trae comida y la abraza y le dice mamá. Mi abuelita es la mamá de mi mamá. Por eso es que me voy a poner triste cuando se muera. No porque sea mi abuelita, sino porque es la mamá de mi mamá.
Un día le voy a sacar pisto del delantal y ni cuenta se va a dar. Pero no, porque yo no hago eso. Yo se dónde mi abuelita y mi papá tienen el pisto. Pero yo nunca les quitaría no. Porque mi mamá se enojaría.
Y yo no quiero enojar a mi mamá. A la mamá de mi mamá y a mi papá tal vez, pero a mi mamá no.
A mi mamá no.
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