sábado, 11 de junio de 2011

Busco plato negro para comer pan

En la cocina no hay pan. Todo el pan que teníamos está lleno de moho o de hongos y de animales pequeños que se lo están comiendo. Que coman ellos mejor porque yo no tengo hambre. En la cocina un tomate viejo es acariciado por una mosca. Que coma ella porque yo no tengo hambre. En la cocina, una caja vieja de leche atrae hormigas. Es tan dulce la leche. La leche de una vaca, una vaca gorda de Guatemala, porque de Guatemala viene todo lo bueno. De Guatemala venía él todos los fines de semana a verme. En la cocina la refrigeradora está abierta. Huele raro. A gas o a líquido o a frijoles muertos. En la cocina, unos frijoles en el suelo. Los recojo para morderlos porque los muerdo solo para vomitar. Prefiero vomitar porque no tengo hambre. Con él siempre comíamos bastante. Salíamos siempre a comer. En el Mister Donut o en Las Cascadas. Entrábamos al supermercado y comprábamos una bolsa de cachitos dulces y comíamos en el parqueo a la par de los carros. Contábamos los colores de los carros. Cuántos blancos y cuántos negros. Cuántas señoras venían del salón. En la cocina, agua gotea del grifo. El grifo siempre gotea agua, nunca vino. En la cocina, el microondas está abierto, con queso quemado pegado. Lo agarro y está tostado. Me lo pongo en la cabeza, se enredad en los colochos del pelo. Tan grande mi pelo. Tan grande mi pelo en la cocina.

En la cocina tengo un refrigerador y en el refrigerador que tengo en la cocina un montón de postales que me mandó él. Desde Antigua Guatemala. Ahí veo El Arco y la esquina del parque. Ahí nos conocimos cerca de la fuente y lejos de mi cocina.

No las leo. Hace tiempo no leo las postales que me mandaba. Me gusta dormir en mi cocina. En mi cocina tengo todo lo que se come. Quiero ser comestible o potable. Quiero que me empaquen en caja o en bolsita transparente de basura con cinta para cerrar.

Quiero despertar en un vertedero y oler a su boca. Su boca siempre olía a basura. Lo extraño tanto. Extraño tanto su boca y su Guatemala. Las nacionalidades son tan confusas. Confusas como pensar en lo que hacen unas pasas en el suelo de mi cocina. O en mi cocina, los platos sucios. Busco plato negro para que mis hormigas coman pan. Yo quiero a mis hormigas. Las he bautizado con miles de nombres. He echado un montón de agua a su nido y he repetido cientos de nombres, miles de nombres

Adán
Alicia
Marta
Miranda
Milagros
Mario
Fátima
Gloria
Sonia
Guadalupe
Verónica
Elena
Julia

He dicho todos los nombres con solemnidad sacerdotal. He creado bautizos con mi voz y mi saliva y en mi cocina. En mi cocina busco plato negro para que mis hormigas coman. Sirvo el pan y ellas llegan. Son tan lindas. Tienen tantos nombres, nombres míos.

En mi cocina duermo y sueño con el convento de las Capuchinas. Ahí entre las columnas lo vi caminar y esconderse en los claustros, esperándome.

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