martes, 21 de marzo de 2017

La Mancha

Vi los molinos con vos, me abrazaste con el viento levantando nuestras camisas, transparentes, de mujer. Somos hombres: con el dulce en la boca, el lápiz prendiendo de las manos y escribiendo juntos en la libreta, anotando de estos días en La Mancha: ridículos, avinados, con huevo y tortilla, con dolor en la garganta.

Me enfermé por esos días como no me había enfermado en años. Te dije: no me he enfermado así en años. Tu madre me puso un trapo caliente en la cabeza como lo hacía mi mamá y sus manos me recordaban a las tuyas. Tenés manos de mujer, te dije, manos de madre, cuando me tocan los pezones siento que tus uñas son uñas femeninas y te las quiero pintar, comer, masticar, tragar, triturar.

Me gusta cuando te quedás callado frente a los monumentos y me contás cosas de ellos, yo estornudando, vos con fiebre.

Nos cuidamos juntos las flemas y nos tragamos las palabras innecesarias de reclamos. Vos me la pasaste, yo te la pasé. Nos vamos al mercado en sillas de rueda y nos compramos flores sin decirnos nada mientras nos empujan la Lola y la Mercedes y cuando llegamos a la casa nos quedamos dormidos viendo el noticiero y en la mesa dos magdalenas sin comer, el café helándose, las servilletas arrugadas.