sábado, 16 de noviembre de 2013

Terminó de bajar las naranjas del pick up y le ofrecí un vaso de agua. Me dijo que sí.
Entró y sudaba, el pobrecito.
Tenía la espalda grande, por los costales, las piernas gordas, por las tortillas.
Le decíamos Canche porque era chapín y rubio, pero no quería volver. "Vos hubieras sido modelo, modelo de ropa interior" le dije bromeando y el se carcajeó y me enseñó los dientes llenos de caries.
Si querés te mando a arreglar los dientes, aquí abajo hay un consultorio y te atiende la doctora, decile que yo te mando, que yo le pagó después.
Le arranqué los pelos del bigote con la boca y días después me dijo que se volvía a Quezaltenango, con la boca llena de porcelana, musculoso, magullado.
Empezó contándome que borracho tomaba fotos de sus huevos y me las enseñó, tenía el nuevo iPhone. Yo le dije enseñame tus aplicaciones y me dijo, no tengo muchas y sentí el olor a cerveza. La rodilla pasó por la mía y empecé a cantar la canción, Madonna, creo y me dijo que tenía que ir al baño. Lo vi subir las gradas y se fue. Arrancó el carro y calle arriba se encontró con un extraño tráfico de madrugada y paró en la gasolinera, a comerse un hot dog entero, que llenó de curtido, salsa tomate y mayonesa. La vendedora le dijo que ya cerraban y se salió a la acera a comérselo, encima del carro y fue entonces cuando lo vi, todavía con salsa de tomate en la boca y:

-Hey te fuiste (me bajé del carro y le dije)
-Sí, tenía hambre

Y me dijo que la gasolinera había cerrado, me dio una mordida del hot dog y me limpió mayonesa con el dedo y después se lo puso en la boca y la chupó, intenso.

-Esto es tan cliché, le dije. Vamos a terminar cogiendo.

Él me dijo que tenía que irse y se subió al carro y yo seguí hacia arriba de la Juan Pablo hasta la Escalón, me pareció haberlo visto cuando pasé por la gasolinera.
Lo conocí en el camino de lodo y me ofreció uno de sus cigarros. Yo le dije que no fumaba y me dijo que me enseñaba. Nos fuimos detrás de unos árboles y el olor a naranja se me metía en la nariz y él usaba colonia de la tienda de los Muñoz. No pagué por la botella, me dijo, que contenía alcohol y un vago olor a plástico o a carro nuevo. Yo le dije lo andás en la bolsa y me dijo que sí, se sacó el bolsón de la espalda lo puso en el suelo y cuando se agachó le alcancé a ver el calzoncillos, blanco, con las letras CALVIN KLEIN y un agujero que entreveía un pelo y se levantó y moreno no me dijo nada y disparó dos veces el atomizador y yo tosí, todavía con el cigarro apagado.

Lo vi un par de veces después de ese día y siempre llevaba el mismo perfume, fumando, sin verme.

martes, 25 de junio de 2013

Enseñame a apagar los cigarros con las puntas de los dedos, enseñame a que me deje de quemar el fuego. Es tan fácil como un efecto especial en las manos, como un aceite o una salva que me untés en el cuerpo, para siempre a prueba de balas, a prueba de los dientes de otras bocas. No me mordás más, que me acostumbro, quiero ser un árbol o terraza con vista al jardín, con ansiedad por llegar y subirme al carro de la mamá de tu amigo, o de la paz o de las ciudades con nombre de hombre. Enseñame a preparar una ensalada con el aire y sentémonos a pretender que somos niñas jugando a la mesa, al té, digamos cositas en voz alta como señoras que almuerzan tarde, que se duermen temprano, que se levantan de madrugada con el olor al canto de los pájaros y que caminan, delgadas, rebajadas, con el volcán detrás. Quiero ser parte de una historia pequeña, de un párrafo, quiero ser la nota al pie de página y atravesar el río con los pantalones levantados y decir suave el nombre como violín, como violonchelo, como los celos que aparecen de repente y son humo, aparentes, privilegiados, dispuestos a desaparecer inhalados, cubriendo los pulmones de negro, como plumones para tachar, como pizarra para que alguien aprenda a escribir y me sustituya, me levante la voz o la mano y me diga:

-Profesor, usted está muy callado, se nota que está enamorado.

domingo, 23 de junio de 2013

Lo querían mucho, le lamían los pies, fíjese. Así decían todos, que eran de los más lindos y los más obedientes. Comían tortilla y pan con frijoles, hechos puño, así como el mamaso. Se iban a su camita y se dormían ahí, pacientes, esperando. Pronto podrían comérselo, empezando por los pies. Su plan estaba listo y él, que les daba tanta comida, que los estaba engordando. Fue en la madrugada, él ya los dejaba andar por la casa y apenas sintió el primer mordisco no pudo gritar porque ya uno le tenía puestas las pezuñas en la boca y los vio casi personas y gruñendo le dijeron "callate" y se sorprendió que los perros pudieran hablar y hablaban con voz de lesbiana ofendida y así, desarrollando voz y poder le tragaron la garganta y nadie dio explicaciones, porque los perros no hacen esas cosas, porque todo tuvo que ser un accidente.

martes, 18 de junio de 2013

Nadie se va en domingo,
solo vos.
Todos se quedan dormidos en sus camas, oliendo el aceite de las pupusas de la tarde, de las seis, del futbol.
Nadie se va en domingo porque en domingo hay misa, mujeres en mantilla, señores fumando puros en el funeral de mi papá.
Nadie se va en domingo porque mañana podríamos despertarnos tarde, tomar agua caliente con azúcar, sentir los granos en los dientes, mojar los cojines con sudor.
Nadie se va en domingo porque en domingo se regresa, se queda uno quieto, se hace un séptimo día que completa la semana del silencio o de la marcha del gobierno. En domingo hace calor y llueven tormentas de la tarde,
hay charcos de ríos,
hay lagos de charcos,
hay listones rojos en el camino y un señor dulce que vende semillas de marañón en el peaje que nos ve y nos dice, ronco:

-Para adónde van, si hoy no salen vuelos, porque verán jovencitos, nadie se va en domingo, todo el mundo se queda masticando la semilla, masticando el pan.
No hay suficiente leche para cocinarte unas cajetitas dulces que te gusten y te arruinen los dientes. Que se te caigan todos y me besés más suave. No hay suficiente leche para hacerte un pastel de queso y que te llene los pezones de crema antes de besártelos. No hay suficiente tiendas de queso suave que se derrita para hacerte tortas y alimentarte grueso, gordo, para agarrarte panza cuando tenga frío. No hay suficiente día ni tiempo para oler tu nariz y verla crecer cuando te reís risueño. No hay suficiente espacio para guardar palabras bonitas en cajas feas y fumar mientras vos orinás en el suelo. No hay suficiente jabón o toallas o cepillos de dientes compactos para limpiarte el pelo o peinarte los dientes. No hay palabras que se pongan de pie y alcancen tu altura, copete, largo, altanero. No hay forma de ver monosílabos tatuados en tu espalda y que todos sean en positivo y me respondan con bonitas tildes y texturas de liebres cargadas de pelos. No hay suficientes jardines ni cojines ni espacio ni perros ni ladridos ni amigos que me digan todo lo que les gustó de vos. Todo eso te lo escribo pero con palabras insuficientes. Quisiera encontrar más. Quisiera poder hallar más.

martes, 11 de junio de 2013

Se va usted con la lonchera vacía y con toda la comida en las nalgas, caminando por la Manuel Enrique Araujo y abrazando por las caderas a la señora que se casó con usted. Me ve preocupado, a lo lejos y yo le veo nalgón, desentendido. Recuerde usted, le digo, la forma en que nos conocimos: en el sótano, con la música, con las locas. Recuerde usted, le digo con la mente, la forma en que nos fuimos a la casa, casi rodando (gordos), casi rebotando (borrachos). Recuerde lo que me dijo, le digo con el pensamiento: que estaba feliz de verme, que siempre me había visto pasar por la calle y que

lo que más quería hacer en el mundo era arrancarme unos pelos del bigote usando su boca.

Lo veo pasar, con su lonchera vacía, con su camisa pegada y recuerdo el mordisco que le di en uno de sus pezones.

Le apuesto que a su novia le dan miedo los pezones. Le apuesto que yo le preparía un mejor almuerzo que ella.

viernes, 7 de junio de 2013

PRETENDO

Pretendo llamarte por tu nombre hasta que me digan lo contrario, que ya no puedo. Que debo decirte el número regulatorio que te han asignado. Pretendo comer de tu comida hasta que me digan que ya estoy lleno. Revisá tu correo. Ahí van las instrucciones para que leyás las instrucciones de lo que pasará de aquí en adelante:

estableceremos reglas claras. nos pondremos las caras del uno y del otro. instalaremos anti-virus poderosos. nos inscribiremos en carreras.

pronto todo estará arreglado y ya no necesitaremos de las mayúsculas.

Un Falo Anunciado

Sabía que venía,
me lo contó alguien por teléfono.
Si seguís viviendo en Chihuaha contame, así te voy a visitar. Agarro bus y cruzo las fronteras. Me pongo en el parque a esperar que pasés con los globos o con las piñatas o con los dulces o con lo que sea que vendés ahora. Tomaste un curso de fotografía y te pusiste a tomar fotos instagramosas a la gente por la plaza y después: vea, las quiere impresas, como en Polaroid. Acercate a mí como incrédulo de que estoy ahí pero no llorés: ya no estamos para esas cosas. Si seguís viviendo en Chihuahua, avisame, así te voy a visitar; yo ya no tengo nada que hacer aquí.

jueves, 6 de junio de 2013

Tres tazas de café y una canción

Tráigame un poco del pastel de zanahoria y también un poco de café. Platiquemos aquí mientras mascamos las migajas y mientras le toco los labios con el oído. Bebamos agua, para eso está hecha. Solucionemos el conflicto del mundo, porque para eso nacimos. Besemos la mesa y arruguemos los manteles con los dientes como lo hacen los perros. Planeemos viajes, dibujemos estrategias. Ríamos y gritemos nuestros nombres al mesero, a nuestra cuenta, a la cuenta de la mesa de a la par. Parémonos aquí, en medio del bullicio y cantemos una canción de Vicente Fernández. Pidamos ahora otro café y unos pasteles de almendra. Almendra dura, vieja, pero rica, creíble. Aplastemos latas de Coca-Cola y leamos ediciones viejas de Vanidades mientras nuestros esposos recogen las basuras. ¡Soltemos carcajadas, risas del buen vivir, de estos cafés con estilo europeo que pueblan nuestras calles renovadas! Hablemos de La Habana Vieja y la Vieja París, el café del centro y croissant con chocolate. ¡Ja, ja, ja! En francés, por qué no, para que no nos entienda nadie. Solo nosotros y Francia hablamos francés. ¿El último? ¡Sí, el último! Bebamos café como si fuera cerveza y disfrutemos del tetelque labio y del dulce pan dulce y ahoguémonos en Splenda. ¡Bienvenidos todos! Los estábamos esperando. Hagamos de esta mesa nuestra trinchera y desde aquí disparemos agudas críticas para el político de turno y veamos las nalgas redondas del mesero.

Tres tazas de café, tres pasteles y al final: una canción. We want to break free, sí, como que no. Para eso estamos aquí, para eso el estampado, la risa y el beso que nos damos al despedir. God knows!
Dejame escribir un poquito antes de dormirnos quiero encontrar la forma perfecta de contar cómo nos conocimos...dejame el personaje, dejame describirlo, contarle la vida a la vida de las otras personas y que de esa vida surja la duda, borrar las aplicaciones y seguir escribiendo...Dejame ser sincero una vez, por una vez, y decirte que no tengo ganas de dormirme porque mañana te vas y es tarde y si no duermo el tiempo dura más. Dormite, no digás nada; abrazá la almohada como si fuera pistola y sentite seguro, en ciudad ajena. Dejame escibir un poquito más y alcanzar el lapicero y la libreta en blanco y pretender que soy Joyce con chaqueta blanca y que brille el papel y que piense yo, que escribo, que escribo como la gente se imagina que escribe alguien como yo. Dejame contar los pelos de tu espalda y dejame describirlos, contarlos, ocuparlos como tinta o como tintero. Dejame abrazarte lento, despacio, pero en el papel, no en la cama, porque la cama la siento lejos, en otro país, con otras sábanas, descubierta del olor y de la pimienta que cae en los genitales.

Dejame dormir al otro lado, en la otra cama de estas camas alquiladas y no digás nada, no me expliqués. Tengo ganas de una cerveza y escribir con cigarro, las palabras construidas con fuego, que se consuman en el aire y que la alarma se encienda y despierte a todos y tengamos que correr a la salida, hablar fumando,

como en aquella película, en las pijamas, con el frío, con el vaho.
Se le abre la camisa cuando levanta los brazos para bostezar y dice: "Dios guarde qué cansado estoy me levanté a las cinco de la mañana". Se le siente olor a cigarro y a café cuando dice "y entonces pasé por aquella calle con la gente que vendía mangos y me dieron ganas de mango". Se le ve la placa de los dientes cuando sonríe fuerte diciendo "y entonces vi a una señora con unas patas bien grandes y vendiendo jugos". Se le notan los colochos ausentes cuando "y me puse a subir más rápido y dije mejor agarro un bus". Se le abren los botones de la camisa a la altura de la panza cuando se estira de nuevo y le veo pelos y entonces "y vieras todo sudado pero bien, contento, vos, de volver". Se da la vuelta y le veo el calzoncillo, el elástico del boxer gastado y "pero bueno aquí hay montón que hacer". Se le ve de espalda baja y de espalda encorvada cuando me dice "cóncavo y convexo son dos cosas diferentes verdad"...

Y entonces me da risa y le doy un sorbo al café y me cierro los botones de la camisa. No se da cuenta. Él nunca se va a dar cuenta y la pantalla sigue vibrando, estropeada.

miércoles, 5 de junio de 2013

Hola, de nuevo

Me hacía falta verte respirar tranquilo. Como que hay aire para tu nariz y para tus pulmones. Como que si los árboles no se han caído y en el parque no solo queda la pista para correr y los gordos que damos vueltas y vueltas renunciando al agua. Como si la valla de la cerveza no me dice que sería más feliz con unas botonetas en la mano y una Coca-Cola en otra. Como si su pelo largo no solo fuera un truco para despistar. Me pongo lentes de sol absurdos y sigo el camino hacia la casa. En la casa solo me espera el mal olor de su última diarrea y el vómito de sangre. Lo abrazo y le digo que ya volví y que ya se le va a bajar la fiebre. Pienso en la película y en la almohada blanca y me dan ganas de sumergirle la cara en ella. O sumergirle mis manos en ella. Y de actualizar mi estado a "soltero". Te has tardado un montón en llegar al silencio y seguís hablando, incoherente. Dejá de hablar y dejá de decir tantas tonterías.

Vos nunca conociste ni vas a conocer la nieve.

martes, 4 de junio de 2013

Hablemos de estar solos, vos, confesémonos que así queremos estar.
Vos te tirás un pedo y yo me pongo a llorar.
Hablemos también de las cartas, del pecado; del pecado capital y del capital que nos queda para invertir en el negocito que montamos juntos. Viene la señora, nos pide fiados, nosotros, como buenas personas de Szechuan, se lo damos y Bertolt (tan guapísimo él, verdad, en la portada y en la contraportada) nos escribe un buen voice over que nos describa lindos, guapos sin pensar, con abracadabra como vocabulario y vocalización de vaca lechera, y mú y muá, dame un beso cariño ya es tarde: y en el aceite las pupusas saltan con el queso que se les sale y el frijol en tu diente y me da risa y quiero llorar.
Profeso mi elección a viva voz y le digo al de la urna: sí, voté por él. Nos vamos a la playa de pic-nic con chorizo y galleta Diana y nos abrazamos entre las piedras y yo te digo:

-Todo esto me suena a Desde aquí a la Eternidad, pero con tinte izquierdoso

Y entonces nos anuncian por la radio que se están contando los votos y vos sonreís con la placa dorada y yo te beso con olor a Pilsener y somos felices, electoralmente hablando.
Prefiero contarte con el silencio, verte al ojo derecho (el único que tenés bueno) y respirar fuerte con vos, cuando nos acostamos horizontales y vos peludo y con penura me ves, penumbra y pelo liso. Te abrazo porque solo me queda abrazarte y muerdo el lóbulo de tu oreja, constipada, taconuda, lo siento con mi pie y me rasco en él.

-Deberías de comprarte una crema para eso, un ungüento.

Y voy a la farmacia y le digo: deme una crema, un ungüento, para esas cosas que le agarran a uno por andar besando bocas extrañas, por andar pisando suelos con orín, por andar abrazando a la gente demasiado cerca, juntando los pies, bañándose en balnearios, calmando la sed con queso rayado, tratando de salvar la última noche de la semana con un condón retardante.
Me queda el sabor del café en la boca. Café y luego el beso. Se siente a discoteca o a barra de bar y me sirven otra cerveza. Se acumulan los sabores del día: los huevos, los plátanos, la barra de cereal, el plátano, los frijoles, el pan, el queso, la gente, el suelo. Beso el suelo, como el papa, el suelo de esta ciudad y el beso para dos. Sírvase emocionarse por el desarrollo de estos días, por la eventualidad en la que se encuentra, por el encuentro de los cuerpos. Sírvase usted sentirse sonriente y arrepentirse de pecados, porque cuando usted se alegra se acerca el fin, así lo predijeron, así lo escribieron en Hechos los apóstoles, cuando anduvieron por el mundo evangelizando y tomando vino, el cuerpo de dios, abriendo piernas de muchachas y muchachos jóvenes y así, cristianizando, creando la vida, la palabra, la canción de Rostam, el período de mi perra.
Me humecto la cara, me pongo bonito, lo más bonito que es posible para alguien con mi cara. Me recuesto en la cama, reviso los mensajes, ya está cerca, dice, luego me río con ella, con él, con la cara que me imagino en la cama. Reviso las bolsas y llevo el dinero, el teléfono y el audífono y me pongo a oír la canción y grito la letra, como la gritaba en la discoteca y alegre, tan alegre que te pone la cerveza y luego: la sed. Y luego: la lluvia cayendo en la piel y la maleta en el carro y la gente que te ve, ellos saben a lo que viniste.

Tomás el último tren y ves los viejos en la estación y luego los trenes viejos y los rieles se van haciendo borrosos hasta que te acercás a la casa y el tren para directo a su puerta y te recibe con un ramo de petunias y vos le decís, qué petunio sos y se ríen y besan las barbas y se sientan en las gradas a hartarse de flores con queso crema mientras el tren se va, y desaparece, distanciado, él solo y sobrio.

lunes, 3 de junio de 2013

Me descargo

Me descargo, caigo, como Alvarado o como Señora Nena, como Mamá de esquina que prepara pasteles en aceite Bonella. Me descargo, como, me trago el café a carcajadas y el de la esquina me cuenta que su nieto baila con un abanico, y que toma agua, y que come del plato del perro. Yo me agacho, hago como que orino para que la perrita vea que está bien, que así es como se caga, que así es como se mea. Aquí apesta ya a viejo, a señor de taxi, a añejo rico y tico. Me sonrojo, me pongo a escribir: se acerca el niño con el abanico y me baila enfrente. Yo le grito: ¡vade retro niño maricón! Aquí no hay espacio para tus movimientos con gracia y para tu olor a plátano frito, hervido, al último viejo que te tocó.

Me descargo, caigo, como con vodka adentro, y me pregunto: será hora de empezar a tomar güisqui: para escribir diferente, para no dormir tanto, para no estornudar sangre, para despertar con vos.

domingo, 2 de junio de 2013

Paremos el carro a la par del bicentenario, me voy a recostar en tus piernas y vos hablá por teléfono. Vamos a oír que pasan los que corren pero no les vamos a hacer caso. Las flores están en el suelo. Los del CAM pasan a la par y tocan la ventana. No pasa nada, señor agente, ella está hablando por teléfono y yo estoy acostado en sus piernas. Ya es muy tarde para erecciones y no hay lugar adonde resolverlas, así que solo oímos música y nos quedamos aquí unos cuarenta y cinco minutos. Casi va a ser hora de irte a dejar pero prefiero estar aquí, en las piernas, con la radio encendida, tu conversación con tu amiga: sí, es guapo, sí, me gusta, sí, tiene 22 años y ya maneja, tiene pick-up, tiene brazos grandes y tostados por el sol, sí, es moreno como yo y sí, ya estuvimos juntos, me llevó a un hotel bien chivo, con hache y no con eme y después nos fuimos a comer unos tacos y se sonrío cuando le dije que todavía me temblaban las piernas y que todavía sentía que estaba acostada y lo que escuchaba era el sonido de la otra habitación y que la próxima vez solo dejemos el carro parqueado a la par del bicentenario y yo voy a contarle esto a una amiga y vos vas a cantar una canción de la radio y vamos a escuchar a los corredores y los del CAM van a pasar y no pasa nada, señor agente, solo estamos hablando por teléfono él solo está en mis piernas y cuarenta y cinco minutos y casi es hora de irme y prefiero estar aquí hablando y a la par del parque con la gente, con los carros, con callados.

sábado, 1 de junio de 2013

dormía tan profundo que no sintió el temblor y no sintió cuando se levantó al baño. No sintió el olor de la cerveza ni la noche. Soñó de sus sobrinos, de la grama y el vómito. Soñó de un movimiento pero no de la tierra: sino el de las letras en la pantalla.
Cuando despertó ya no estaba, pero había dejado unos centavos en el suelo.
Los recogió y se los metió a la bolsa, pero luego pensó: propina para la señora de la limpieza.
La puerta de la habitación se abrió y entró ella, pastosa, añeja, olor a jabón.

-Señor, si quiere vuelvo más tarde.

Le dijo que no, que entrara; que a él le gustaba ver mientras limpiaban.
Ella se inclinó, mostró el calzón, él encendió la tele para ver las noticias.
Vos, en el gimnasio, con la proteína y levantando, entrenando, guapo y con lentes, tu celular, Instagram.
Ellos, en la calle, tirando piedras, haciendo fuego, botando agua, musculares.
Vos, delgado.
Ellos: grandes.
Los prefiero a ellos, pero prefiero tu ciudad.

jueves, 30 de mayo de 2013

Los globos y la música, suaves al tacto. La gente y el colocho, doblado y guardado para más tarde. El pastel, lo que quedó, me lo como en el suelo. Me tomo la cerveza también, y el sabor no va. Programa una alarma y se que va a sonar a la hora de tu llamada. No voy a distinguir entre eso y tu voz y me vas a sonar a reloj cacófono o a gallo o a canción. Afuera, el dichosofui, pájaro célebre en la literatura y que abre la madera con su pico. Vos, con tu pico, me picás; yo me siento permanente, lista incompleta y llego a los puntos suspensivos. Me suspendo hacia el suelo y levanto la barra, me como mis dátiles y el póster, doblado, descansa sobre mi cama. Las hormigas comienzan a escalarme y me pican las piernas y las dejo; me gusta. Eventualmente me da sed y les echo agua encima. Mi piel absorbe todo, me rasco, te pienso.
Le cuento de vos a todo el mundo que quiere escucharme y al teléfono también. Comienzo con la historia pequeña de la mirada y la mesa y luego se vuelve grande, con vuelo y hélice. Me pongo a contar y se me hace fabricado, todo, ficticio, magiconería y mariconería. Veo el reloj y celebran el cumpleaños de alguien y suena música de oficina de gobierno y la crema agria que eructa la recepcionista me llega hasta aquí. Este ambiente, les digo, este ambiente no es fértil para gente como yo.

Les cuento a todos y les hablo sobre vos, sobre la forma en que te movés y te aparecés por las calles y por las texturas de mi cabeza. Y así, mientras cuento, ataranto a la gente y la gente se duerme y me quedo despierto con la boca abierta y las historias saliendo y me acuerdo de aquél cuento de los sapos que salen por los labios y te me hacés sapito lindo boquita de trompetita pequeñita adorable y les escribo un mensaje para contarles y no me oyen porque dormimos y es de noche y no estás.

viernes, 24 de mayo de 2013

Revista, Correo, El Pan

Recorro acelerado, con miedo, terrible barrio y terrible ciudad. Aquí los mangos son baratos y los tacones son altos. Voy hacia las cámaras y las fotografías y me acerco a los cuerpos. Veo: las luces. Escucho: los clics. Pregunto por ahí adónde está el baño. A estas cosas solo vengo para tener un lugar adonde orinar. Me dicen que está cerca de los vagones. Yo veo los vagones y quiero mear las llantas. Aquí quedaría bien un museo, lo último que oigo. Me alejo de la voz y la orina gotea los pantalones. Me acerco y el olor mingitorio me endurece los pezones.

Cuando regreso, aliviado, me aparto un poco de los charcos de otros y veo, desde ahí, que ya comenzaron a guardar las cosas.

Qué bien, digo, qué bien que ya estoy vacío.

jueves, 23 de mayo de 2013

Ya conozco el sonido de la primera guitarra y ya se el sabor de la primera cerveza. Ya se el sentido de ir subiendo y luego bajar, inevitablemente. Estoy acostumbrado al proceso, al latido, a las calles. El asfalto lo tengo memorizado, las ramas se mueven, pero los árboles siguen. Conozco esta ruta y esta gente y el señor del perro blanco. Comienzo a ver la ciudad como acera y no como carretera. Puedo detenerme a leer los versos bíblicos y caigo en rodillas, entre el maicillo que dejaron los costales y frente al taller

y escuchar los martillos martillar y las llantas rodar y la gente hablar y la música: la música: ya conozco el sonido de todo esto y la ciudad la llamo propia, le pongo olores y tonos, sabor y textura.

Es rica; sabe bien.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Together

Profeso un par de palabras antes de despertarme; me lastimo los dientes masticando el hielo y sirvo en la mesa un par de panes de ayer y las tostadas que dejamos medio masticadas en el suelo. Me pongo genérico, sensual: te veo a los ojos y te digo, es hora de acostarnos en las sillas. Me cosés los parches de las camisetas y abrazo al gato: peludo, oloroso, sin bañar. Me lloran los ojos, siempre he sido alérgico, pero lo quiero; sabés, vos sabés que quiero todo lo que me hace daño.

Me levanto y voy a orinar, orino con la puerta abierta: a vos también te dan ganas pero sos tan imprudente que te orinás ahí mismo, en la silla, y las gotas de tu orín, oloroso, alérgico, caen al suelo y hacen un charquito que el gato comienza a lamer y antes de irme me meto un pedazo de tu pezón en la boca, luego el queso duro y el pan tostado y me trago dos Tic Tacs y enciendo mi primer cigarro y toso, toso:

le agarro la pierna al gato con la puerta y el grito me hace gritar y la vecina, esponjosa, egipcia, maquillada, splash Bath & Body Works me sonríe y yo: buenos días con migajas cayendo de la boca.

-Es que ve, llevamos una vida desordenada, pero así felices.

Y se va por las gradas, evitando el elevador. Entro, nivel 0: me pongo a cantar la canción.

martes, 21 de mayo de 2013

Yo que antes no podía cocinar espárragos, te digo, pero ahora sí. Los pongo a cocer y me los como, los hice yo: en revuelto o con pollo o con nueces o con más espárragos o con papas. Me pongo y me los se cocinar, ya no los tengo que comer en lata: los míos son crujientes, sí, no me quedan mojados ni acuosos ni a punto de deshacerse: me gusta el cronch.

Yo que antes no sabía de espárragos, ves, pero ahora se de eso, de tu pelo y de tu nariz; conozco de los tallos y de falos.

Gracias por enseñarme a cocinar.
Hoy es el cumpleaños de _________________________________
y así, lleno la línea con tu nombre y te felicito. Porque eso es lo correcto, se le felicita a uno. Entre charcos y puddles te felicito, entre idioma e idioma y escucho. Las pantallas son de diferentes tamaños, torpedos, silencios. En ninguno de los cuadros estás vos. En ninguna de las calles estás vos. En ninguno de los párrafos está vos ni en la era antigua ni en el antaño ni en el baño que comparten Rachel y Ross, ni en los chistes de Sheldon o en el autobús en el que voy o en el lago o en El Tunco, o en mi camiseta roja, doblada, sucia, mordida, que me quitaste y tiraste al suelo junto a la caja de cigarros y yo te dije: quiero uno: y vos: tenés que dejar de fumar si querés un pedazo del pastel.
Bebé agua, pequeña, que en mis sueños te quedaste sin una de tus piernas. Caminabas con las tres que quedaban, porque así te tocaba, con hambre, porque la comida se acabó. Dejame morderte un par de semillas y dártelas, obligarte, porque ya no te gusta nada más que no sean mis dedos. Me fuiste comiendo, te tragaste mis uñas, te bebiste el sudor de mi espalda llena de vellos y bellos tus ronquidos cuando te llenaste demasiado y comenzaste a vomitarme, espeso, blanco.

Comé comida, pequeña, que la noche es larga y a nosotros nadie nos va a sacar de aquí.

domingo, 19 de mayo de 2013

I'm not excited but should I be

Me muestro otra vez, a la calle. Le digo: aquí voy. Y corro. Corro hacia el mismo lugar y cruzo las mismas calles. Me tropiezo dos veces, me caigo, me da vergüenza, el vigilante se ríe. Paso por el lugar de tacos -esa gente, gorda, cómo quisiera- y sigo, camino, los del Fovial no me dejan pasar y tienen una Fresca a medio acabar en las gradas y tiembla, veo que tiembla. No es posible que esa mujer vaya más rápido que yo y no puedo creer lo que me está contando, lo que estuvo pasando. Y yo tan convencido de que el muchacho no era así. Y la dejo, la dejo atrás, la vuelvo a ver: Es rubia. Rubio era el tipo que se sentó solo en el Pollo Campero, y que yo dije en voz alta que era guapo y creo que me escuchó, pero es que en realidad era guapo y era rubio, pero hablaba español como salvadoreño, o sea que era rubio nacido aquí. Paso por los pájaros y bajo y subo curvas y llego hasta el polvo que me desliza los zapatos y pienso:

hoy sí necesito nuevos zapatos

y me acuerdo de los que vi en la valla cuando regresaba de dejarlo y de pensar qué mierda más grande y me dio hambre y Desayuno Deluxe en el McDonald's y acelero y mi carro se mete en un hoyo y salto y me siento en película, en melodrama, en accidente.
Yo me llevo al jardín a mi perra adonde ya no pueda leerte.
Yo me pongo a oír esta canción y digo esta canción ya no me recuerda a vos.
Yo me pongo a acordarme de las horas y me siento pendejo, no fue nada.
Yo me pongo a los fines de semana y a hacer café y hacer prensas y lamer el vaso.
Yo me pongo a recoger semillas de maíz del pop-corn (que no de las palomitas).
Yo me pongo a ensuciar lo que la señora limpió.
Yo me pongo los lentes.
Yo, más tarde, me pongo a correr.
Yo me pongo a chistar con ellos por mensaje.
Yo me pongo incrédulo a lo que ella me cuenta.
Yo me pongo a ordenar los recipientitos que compré en el viaje y que todavía no ocupo.
Yo me pongo a contar las monedas, a cantar la canción, a zapatear loco siguiendo una pelota.
Yo me pongo contento, contenido, por ratos triste, trastocado.

Vos, vos no tengo idea cómo te ponés.


Esa sonrisa con dos ojos en realidad es una teta con dos pezones, dijo mi sobrina, y yo me reí porque la otra le dijo "lépera". Si ellas pueden escuchar todo lo que digo, por qué vos no, por qué a vos te avergüenza, por qué me callás en la mesa del Pollo Campero, porque no dejás que les enseñe la foto del bicho que me gusta, por qué me decís que mi mamá se va a enojar si mi mamá ya sabe y me entiende y le da pena pero eso no importa, que se trague la pena, porque su hijo es su hijo y si la decepciona pues la decepciona y si la jode pues la jode pero ella no me va a dejar de hacer almuerzo o hacerme la cama o cuidarme a la perra o verme de reojo y decir "si en realidad es como lindo" o de verme y sentir que ve parte de mi papá o de recibirme en su casa o de partirme frutas porque yo no puedo o de abrazarme o de despedirse de mí cuando la obligo o de esperarme los viernes en la noche y entristecerse porque no llego o de calmarme la fiebre o de gritar mi nombre cuando aparezco por sorpresa después de 6 meses. Ella no. Ella no es el problema.

Vos sos la lépera.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Solo cuando vos querés: solo te veo cuando vos querés. Tus milagros están listos solo a la hora en la que de tu tostadora sale el pan; solo cuando vos apagás el horno podemos comer el pastel. Me atraganto con los trozos de turrón, con el fondán; lo abrazo con los dientes bravo y feroz, porque solo así puedo comer.

Como con un perro que debe competir con su comida, o como los yemeníes que pelean por el agua.

Como que si vos me vas a quitar la comida, te veo salir del cuarto y tu ruido se ausenta, me quedo solo, lavo la ropa y muerdo el papel.

Me tropiezo; está oscuro; me siento a llorar y en este espacio tan grande, para vos tan pequeño, nadie me escucha.

Solo cuando vos querés. Solo te veo cuando vos querés. Y así querés que te quiera.

martes, 14 de mayo de 2013

Me tuerzo pequeño, ambulante; vos pretendés hablar conmigo en voz baja y que te cuente algo privado. Me decís: no le voy a contar a nadie. Te veo, perverso, desnudo y beso tu frente mientras te confieso: "he pensado en matarte".

Te reís, yo no; te arranco con los dientes un par de pestañas.

"Ouch", decís.

Yo vuelvo al televisor y nunca más me pedís que te cuente nada.

lunes, 13 de mayo de 2013

Padre:
he sido malvado -travieso-
y el camino al infierno es ancho, amplio, como la Diego de Holguín.
Perdón: se me olvidaba: la Monseñor Romero. Es difícil vivir con el insulto, con la vida pesada de las tardes de calor. El tráfico se vuelve fluido, libre, sin pitos ni pizarras ni ventas de aceite de oliva.

Desde aquí veo el monumento, la gente que va a clases de la biblia, con corbata, 30 grados, las estatuas de los sin sexo y una niña que me ofrece un mango por un dólar y yo le sonrío con mis dientes con frenos y freno mi carro a tiempo para el rojo y veo a los carros cruzar: van más rápido: tienen más mangos: pagaron menos por ellos.

jueves, 9 de mayo de 2013

Pero si viajo y te veo, tal vez tus ojos se caigan de tu cara. Pero si salgo de aquí quizás se muera; quizás no la vea morir. Cuando la encuentre muerta voy a llorar; primero me va a dar asco, verla envuelta en sangre o con las piernas duras y en el suelo lleno de diarrea.
Quizás voy a gritarle a alguien-quiero estar con alguien y va a venir y me va a agarrar el brazo y vamos a vomitar:
vos, en el suelo, con los ojos rojos.
vamos a salir y llamar a alguien.
A alguien más, alguien más se tiene que encargar de esto.
Y los voy a ver salir de la puerta y voy a hacer como que están botando una caja vacía y no voy a salir de mi casa hasta que me digan:
ya están listas las cenizas.
Y les voy a cagar encima.
Esta ciudad se siente temporal,
finita, como creada con ladrillos de algodón de azúcar. Todo se quema, o se cae, o se bota, o se come.
Se calienta el asfalto y lo enfría la lluvia; la ciudad, quejumbrosa, se deja.
Se deja caer,
al polvo: la ciudad temporal, que por ahora se emborracha y se ve bonita, ve al mar y ve venir barcos y aviones y se asusta y misiles.
Esta ciudad se siente ajena, impuesta, prisionera mientras aprisiona.
Esta ciudad tiene nombre bonito, suena bonito de la lengua de uno, de uno que apenas y la conoce. Lo malo es que esta ciudad fue creada para acabar, porque a la religión le viene el fin tarde o temprano;
sin el fin ni siquiera hubiera comenzado.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Ya puesto,
te querría con los audífonos puestos.
ya desnudos,
te abrazaría por un montón de tiempo.
Pero disculpame, no puedo,
te veo y no puedo.
ya puestos, pondría una canción triste y te contaría que es mi favorita. No te creo, me dirías, porque te veo tan feliz, tan sonriente, tan barbudo.
ya puestos, ya en esto, dejaría que me quisieras.
Probablemente seríamos novios y vendrías a mi casa todas las noches y yo engordaría y vos te pusieras un condón con una sonrisa torcida.
Ya puestos, probablemente sería lindo y te llegaría a querer y me donarías tu teléfono cuando ya no lo ocuparas.
Ya puestos en la tarea, en la cama, podríamos ser sensibles los unos a los otros y tal vez, en algún momento de histeria, de compromiso, nos pegaríamos un par de cachetadas, como lo hacen las locas.
me gusta, que ya puestos, existiría la posibilidad de algo, de una historia, de tu cabeza frente a la mía cuando me despierto.
ya puestos, quizás me presentarías a tu mamá, que distraída, no se daría cuenta de que yo estuve todo doblado y contorsionado con vos la noche anterior.
ya puestos, sí, probablemente, pero no estamos.

Solo veo la notificación de tu mensaje y no la leo, porque ni vos ni yo estamos, solo está la idea, la posible posición,
los audífonos callados.

Me tomaría mucho tiempo contarte todo lo que veo cuando cierro los ojos. Los aviones y la ciudad calma después del terremoto. Me siento como una mujer cuando toco mi cuerpo y abrazo mis dedos con mis dedos. Me tomaría mucho tiempo contarte las veces que me he calmado con esa canción y he visto la vista y desmerecido todo lo que he hecho. Me tomaría mucho tiempo contarte lo diminuto que me siento y lo desechable que son mis ideas y la voz que suena cuando abro la boca.

Me tomaría mucho tiempo, me lo he tomado, me has escuchado y cada vez siento que tengo menos cosas que decirte.

Es difícil cuando se te han acabado las conversaciones y sentís la necesidad de inventar y volver a escribir y todo se vuelve imposible las palabras se traban las páginas se doblan y un nuevo libro, un nuevo capítulo un nuevo párrafo se pone difícil, desnudo frente a vos y no sabes cómo cogértelo.

domingo, 24 de febrero de 2013

Que si te cuento que estoy cansado me vas a decir que no, que no lo parece; que corro tanto y trabajo y hago cosas y bebo cerveza y abrazo a gente. Si te digo que estoy cansado y aburrido me vas a decir que no, que estoy joven, que tengo mis dos piernas y puedo bailar y comprar sillas de hombres guapos y abrazarme al clóset lleno de camisetas. Si te digo que tengo mala suerte me vas a decir que no, que tengo trabajo y voy todos los días y me río y hago cosas que hacen reír o dan risa o lástima y tengo familia y ropa interior limpia para usar sin repetir. Si te digo que estoy preocupado y ansioso vas a invalidar mis razones y a decir que no vale la pena enojarse por las cosas si mis fotos son tan bonitas y deberías hacer postales y a la gente le gusta a tanta gente le gustan.

Si te digo que me quiero ir no me vas a creer y vas a cerrar los ojos y plantarme en mi casa mientras yo veo un mapa y digo: adónde me puedo ir a sentar y ver al cielo y quejarme del calor y quejarme de todo, de nuevo, porque eso hago, porque para eso soy bueno.

Si te digo que mi vida me desespera vas a llamarme insensato y absurdo y desagradecido. Nunca me vas a creer si te digo que estoy listo para irme y no me molestaría nada.

Por eso mejor no te lo digo. Por eso mejor me lo guardo en las bolsas de mi pantalón y saco un billete de $20 y me compro unas nueces con sal.

(Electrolite)