Yo escribía diferente antes de leer el
Ulises de Joyce. Escribía muy diferente. Lo recomendó una maestra de mi curso de literatura y lo leí poco después de terminar
El Retrato del Artista como un Adolescente, del mismo autor. Me tomó mucho tiempo. Mucho tiempo. Lo leí, además, en inglés; la primera vez sin diccionario e ignorando no entender algunas palabras pero dejándome llevar por el ritmo. Si es que buscarle significado al Ulises era inútil, sigue siendo inútil, me sigue gustando por su forma de contar las cosas, por su velocidad, por su terquedad. Pero la segunda vez (sí, lo leí dos veces), lo leí diccionario en mano, en un invierno tétrico de Madrid, entre salir a tomar y olvidarme de todo y entre andar de promiscuo por ahí. Era divertido estar con el libro, buscando las palabras extrañas, entendiendo pasajes que no había entendido, moldeando mi forma de escribir para un montón de tiempo después. Me obsesioné con los flujos de pensamiento. Me obsesioné con el cambio no señalado de primera persona a tercera persona. Me obsesioné con las funciones corporales y sus consecuencias, con el sexo contado sin cubrirse la boca ni taparse los ojos. Me obsesioné con la idea de una obra grande, grandilocuente, sin muchos signos de puntuación pero con mucha, mucha algarabía literaria. Probablemente esto me hizo mucho daño. Me hizo un escritor (o estudiante de escritor, digo) bastante predecible. Todo era igual y todo era una simple repetición de códigos. Era una imitación. No lograba una identidad propia y me tomó mucho tiempo soltarme de todas esas trabas que me auto impuse. Pero era emocionante. Era algo totalmente diferente. Era la literatura como nunca antes la había conocido (ni intentado escribir).
Hoy 16 de junio se celebra Bloomsday, el día del Ulises. En esta fecha ocurrieron los sucesos que se narran en la obra, y los más obsesivos se reúnen en Dublín para recrear la historia completa y discutirla, analizarla a muerte. Esta entrada y la próxima (abajo) son mi pequeña colaboración con el día. Que conste que "Ulises/Opico" no es de ninguna manera una recreación de la novela, es simplemente una entrada que escribí durante una hora (sin parar, sin editar) según iba recordando pasajes de la novela o ideas que me surgían de ella. Es mi forma ridícula de imitación o encontrar en las influencias una identidad propia de escritor. Es agarrar un mito y adaptarlo al mío, al de mi pueblo, al de mi familia. Uno escribe sobre lo que sabe y sobre lo que siente. Uno tiende a ser más libre si uno es más honesto. Agarrar este monstruo literario y aplastarlo hasta someterlo en una historia (borrador) propia es algo que siempre he querido hacer. Este es el pequeño ensayo. Este es el pequeño Ulises del grande que jamás voy a escribir, porque, soy honesto, nunca se va a escribir tal cosa. Es un homenaje a los libros que te marcan, para bien o para mal, que te hacen seguir escribiendo, como tonto o como loco, hasta que los dedos se te cansan.
Hasta que el último "sí" está escrito.
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