miércoles, 22 de junio de 2011

Tanto miente la niña

Tanto miente la niña que se le ha llenado la lengua de pústulas infectadas. Le chorrean sangre a los dientes y se le ponen rojos y las caries le duelen al masticar la manzana, tanto miente la niña. Ahí anda diciendo que su abuelo le hizo no se qué cosas y que le tocó no se donde y que le duele no se qué cosas y a ella lo que le pasa es que se le pone hinchado el estómago y vomita bilis roja y verde y una vez deja de vomitar ya empieza con las mentiras de nuevo. Tanto miente la niña que tuvimos que sacarla del colegio y dejarla aquí en la casa escondida en un cuarto porque anda diciendo cosas que ni para qué. Si fíjense que la hemos tenido que amarrar a su cama y solo de vez en cuando le damos unos trocitos de avena para que no se nos deshidrate. ¡Tanto miente la niña que hasta grita las mentiras! Un día de esto le vamos a cortar la lengua le dijimos, niña, deje de decir mentiras o le vamos a cortar la lengua como le cortan la lengua a las vacas una vez las matan. ¡Pero sigue mintiendo la niña! Que esas cosas rojas en la espalda son del cincho, del cincho del papá y de la hebilla de mi cartera, y que le duele la planta del pie de andar caminando descalza. ¡Niña, niña mentirosa, a las niñas mentirosas les dan pesadillas y babean sangre, niña mentirosa! ¡Deje de andar diciendo babosadas que se le va a escaldar la tortita, niña mentirosa! Tanto miente la niña que mejor ya le dijimos a la gente que ni está aquí, viera usted, que ahí viene la maestra y la directora a preguntar que por qué no ha ido a clases. ¡Para qué va a ir a clases, le decimos, si solo va a decir mentiras! Mejor que se quede calladita, la niña, guardada en su cama y con las uñas largas.

Tanto miente la niña que dice que le duele la panza y que tiene hambre. ¡Ay mentirosa si todos los días le damos comida! Por mentirosa la vamos a hincar en maicillo y le vamos a hacer que le lama el lomo con sal a los chuchos. ¡Para que aprenda a no andar diciendo mentiras, la niña!

La dejo que ya está gritando de nuevo. Le voy a inyectar un tranquilizante un día de estos para que se nos duerma, ay Dios, ni diga usted. Y es que si no se duerme, ¡comienza a mentir la niña! Mire qué situación en la que nos encontramos, una barbaridad.

¡Y nosotros tan buenos!

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