lunes, 6 de junio de 2011

Reino del Pájaro y la Nube

Qué lugar más extraño al que me trajiste, a esta vieja panadería con mesa de centro (como si fuera para un salón imponente de una casa de viejos ricos) y con un ramo de flores marchito encima, como decoración vencida de supermercado. Qué lugar más extraño en el que estamos con la pila y mi teléfono en ella (una vez, una vez se me cayó el teléfono en una pila de Antigua Guatemala), con dos puertas que dan a dos camas y las dos son tuyas, qué lugar más extraño. Suda mi frente, hace calor, en la mesa unos DVDs y un televisor grande, gigante, repuesto. Qué lugar más raro en el que estamos y qué plática más temblorosa: como si las palabras son de agua y esto no está hirviendo. Aquí no hay escenario, aquí no hay butacas, aquí no hay Cañas: verte tan fuera de lo que conocemos, de lo que hemos visto es tan extraño: qué lugar más extraño. Con las campanas que suenan y la lavadora y los espías que nos espían en este pasillo tan estrecho, con paredes de ladrillo y un volcán de arena ahí, cerca, o lejos, dependiendo de cómo lo ves. Qué lugar más extraño, con tanto calor, con esa cerámica que nunca se instaló, con el sonido de los vecinos, con las fallas debajo de nosotros, con el temblor o el sudor, con las cosas tan familiares, tan lógicas, que pasan en lugares tan extraños, tan extraños.

Ya me voy. O me quedo. Creo que me quedo. En este lugar tan extraño.

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