Terminó de bajar las naranjas del pick up y le ofrecí un vaso de agua. Me dijo que sí.
Entró y sudaba, el pobrecito.
Tenía la espalda grande, por los costales, las piernas gordas, por las tortillas.
Le decíamos Canche porque era chapín y rubio, pero no quería volver. "Vos hubieras sido modelo, modelo de ropa interior" le dije bromeando y el se carcajeó y me enseñó los dientes llenos de caries.
Si querés te mando a arreglar los dientes, aquí abajo hay un consultorio y te atiende la doctora, decile que yo te mando, que yo le pagó después.
Le arranqué los pelos del bigote con la boca y días después me dijo que se volvía a Quezaltenango, con la boca llena de porcelana, musculoso, magullado.
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