Prefiero contarte con el silencio, verte al ojo derecho (el único que tenés bueno) y respirar fuerte con vos, cuando nos acostamos horizontales y vos peludo y con penura me ves, penumbra y pelo liso. Te abrazo porque solo me queda abrazarte y muerdo el lóbulo de tu oreja, constipada, taconuda, lo siento con mi pie y me rasco en él.
-Deberías de comprarte una crema para eso, un ungüento.
Y voy a la farmacia y le digo: deme una crema, un ungüento, para esas cosas que le agarran a uno por andar besando bocas extrañas, por andar pisando suelos con orín, por andar abrazando a la gente demasiado cerca, juntando los pies, bañándose en balnearios, calmando la sed con queso rayado, tratando de salvar la última noche de la semana con un condón retardante.
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