martes, 18 de junio de 2013

Nadie se va en domingo,
solo vos.
Todos se quedan dormidos en sus camas, oliendo el aceite de las pupusas de la tarde, de las seis, del futbol.
Nadie se va en domingo porque en domingo hay misa, mujeres en mantilla, señores fumando puros en el funeral de mi papá.
Nadie se va en domingo porque mañana podríamos despertarnos tarde, tomar agua caliente con azúcar, sentir los granos en los dientes, mojar los cojines con sudor.
Nadie se va en domingo porque en domingo se regresa, se queda uno quieto, se hace un séptimo día que completa la semana del silencio o de la marcha del gobierno. En domingo hace calor y llueven tormentas de la tarde,
hay charcos de ríos,
hay lagos de charcos,
hay listones rojos en el camino y un señor dulce que vende semillas de marañón en el peaje que nos ve y nos dice, ronco:

-Para adónde van, si hoy no salen vuelos, porque verán jovencitos, nadie se va en domingo, todo el mundo se queda masticando la semilla, masticando el pan.

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