martes, 4 de junio de 2013

Me queda el sabor del café en la boca. Café y luego el beso. Se siente a discoteca o a barra de bar y me sirven otra cerveza. Se acumulan los sabores del día: los huevos, los plátanos, la barra de cereal, el plátano, los frijoles, el pan, el queso, la gente, el suelo. Beso el suelo, como el papa, el suelo de esta ciudad y el beso para dos. Sírvase emocionarse por el desarrollo de estos días, por la eventualidad en la que se encuentra, por el encuentro de los cuerpos. Sírvase usted sentirse sonriente y arrepentirse de pecados, porque cuando usted se alegra se acerca el fin, así lo predijeron, así lo escribieron en Hechos los apóstoles, cuando anduvieron por el mundo evangelizando y tomando vino, el cuerpo de dios, abriendo piernas de muchachas y muchachos jóvenes y así, cristianizando, creando la vida, la palabra, la canción de Rostam, el período de mi perra.

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