Le cuento de vos a todo el mundo que quiere escucharme y al teléfono también. Comienzo con la historia pequeña de la mirada y la mesa y luego se vuelve grande, con vuelo y hélice. Me pongo a contar y se me hace fabricado, todo, ficticio, magiconería y mariconería. Veo el reloj y celebran el cumpleaños de alguien y suena música de oficina de gobierno y la crema agria que eructa la recepcionista me llega hasta aquí. Este ambiente, les digo, este ambiente no es fértil para gente como yo.
Les cuento a todos y les hablo sobre vos, sobre la forma en que te movés y te aparecés por las calles y por las texturas de mi cabeza. Y así, mientras cuento, ataranto a la gente y la gente se duerme y me quedo despierto con la boca abierta y las historias saliendo y me acuerdo de aquél cuento de los sapos que salen por los labios y te me hacés sapito lindo boquita de trompetita pequeñita adorable y les escribo un mensaje para contarles y no me oyen porque dormimos y es de noche y no estás.
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