martes, 8 de noviembre de 2011

Los textos del lago (i)

Besame lento, silencioso y solemne; como cuando el papa besó el suelo de Comalapa. Abrazame con intensidad, como para salvarme, algo así como se abraza a un árbol que están a punto de talar. Soy árbol, soy suelo, de mí salen flores cuando les da gana y en mis pies se dibujan círculos concéntricos que revelan mi edad.

Vos, vos sos mero aire, como escondido entre las nubes o la niebla o el cráter pequeño que dibuja un círculo, un lunar, formación cavernosa, adentro del Boquerón.

Si lo pensás bien, no deberíamos estar juntos. Entre nosotros debería dibujarse una línea fronteriza como la que guarda a Las Chinamas, con un montón de pupuserías alimentando nuestros estómagos pálidos y ulcerados. Quisiera explicarte por qué, pero las palabras se me acaban, ves.

Tengo frío y vos insistís en abrazarme, en rodearme rojizo y pulsante, y yo me dejo.

Te advierto: solo hoy en la noche. Solo lo haremos por hoy en la noche.

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