Estaba sentado al lado del colegio. Una vez más llegaban tarde a traerlo.
-Mamá, voy a salir temprano.
Ajá, le dijo, oyéndolo y no oyéndolo, más pendiente del agua hirviendo que de él.
Sentado así, se ponía a pensar. Y como a esa edad los pensamientos son sueños, se le hacía borrosa la mente y en su mente era:
cantante y actor,
productor de televisión,
ganador de premios de la Academia
organizador de eventos culturales
escritor consumado
dibujaba en sus cuadernos las portadas de sus álbumes, de sus libros,
bosquejaba su biografía de Wikipedia y su obituario.
En estas tardes con vientos de noviembre, casi al final de las clases, llenaba las libretas y le sonreía a las letras que quizás eran tontas pero eran suyas.
Un día en una trabazón uno de sus hermanos encontró la libreta y le hizo burla todo el camino.
Llorando, llegó a la casa y la guardó debajo de la almohada.
-Mamá, se acuerda de aquella libreta que yo andaba siempre...
-Sí, me acuerdo, le responde, sin oírlo y oyéndolo, más pendiente del concurso que de él.
Intenta, pero no puede, recordar las primeras palabras de su obituario.
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