Aquí te dejo unas palabras para que las leás todas las mañanas.
Imaginá que escribo sobre tu pecho.
Que vuelvo a contar nuestra historia alrededor de tu ombligo.
La vez que nos abrazamos fuerte en el Liffey.
La vez que aún y con flema sentiste el sabor de mi saliva.
La vez que el calor no nos dejó dormir en mi habitación alquilada.
Me muevo a tu espalda y hay tanto espacio, se confunden las palabras y comienzo a repetirme.
La vez que nos abrazamos frente al Lempa.
La vez que hasta con diarrea me limpiaste.
La vez que el frío no nos dejó dormir en mi habitación alquilada.
Hay tanto que contar y se me acaban el tiempo y el espacio. Por lo pronto te dejo esto. Luego, tal vez encuentre el momento de escribirte una carta, una postal.
Por ahora esto (y lo que vas a pelear por leer en el espejo) es suficiente.
Más que suficiente.
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