El lago cambia de color según el cielo. No se si el lago tiene color propio. Desde aquí escucho el bote moverse con mis manos. Puedo saborear el agua con mis orejas, que se llenan de papilas gustativas que se inflan con el frío que se excitan con el sabor. Que se acomodan para percibir el sabor del sonido del agua.
Puedo tocar el ruido de las olas. De estas olas tan altas y que están tan lejos. Al abrazar el sol en esta isla se me enreda la lengua al cantar canciones bíblicas.
Le pongo música a Lamentaciones.
Le hago una sinfonía al Génesis.
Y vuelvo a golpear mi pecho como lo hacía cuando estaba pequeño, pío y pequeño.
Lago poderoso me ha convertido en creyente. Lago poderoso que me encierra y me ata con una camisa de fuerzas tejida con montañas y estrellas.
Para siempre reinaré en el reino del absurdo, gracias al lago y a la palabra sabia de Nuestro Señor Jesucristo.
Comenzaré a escribir en idiomas que desconozco. Lenguas muertas y raras que voy a sacar del fondo del lago y voy a untar con el lodo que arrastra la marea.
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