Hoy es un buen día para caminar.
El sol brilla fuerte y las tiendas en el camino están abiertas.
Te encontrás con personas que te cuentan historias de sus perros y sus gallinas.
No hay forma de callarles la boca una vez soltaron la lengua.
Un educado, "bueno, es mejor que sigamos" va a ser suficiente para que se callen.
Luego seguir tranquilos hasta encontrar al otro granjero, a la otra lavandera.
Pero siempre seguirá lo mismo. Las mismas palabras para que se callen.
Estas calles son muy tranquilas. Sigan las rutas señaladas y así, fácil, van a llegar a Santa Ana.
Allá pregunten por la Posada del Turista. Solo hay una. No se van a perder.
Está a dos cuadras de la catedral.
Van a despertar con el olor a café de las faldas del volcán y con el pan horneado en la casa de a la par.
Caminatas en los alrededores serán posibles y tomarán fotografías a las vacas, a las cabras y van a almorzar o cusuco o sopa de gallina o pelibuey.
El Salvador les ofrece tanto. Tranquilidad y amabilidad.
Dígale a sus amigos. Por lo pronto, buen viaje. Y como decimos aquí, que Dios me los bendiga.
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