Sueño siempre con usted, se me aparece en un restaurante o en un bar o en la calle. Sueño en cómo voy a enfrentarla y lo que le voy a decir y a veces sueño que la busco. Me cuesta tanto sacar las palabras cuando la veo, soñando, que me despierto con miedo. No las llamaría pesadillas: las pesadillas me despiertan con un grito o con ansiedad. Los sueños con usted me despiertan pensando. Tanto pienso que me cuesta volver a dormir. Me da miedo volverla a ver y volver a dudar las palabras. Quizás deba escribirle algo. Quizás deba contarle todo en letras, como tan fácil es. No puedo ver su cara ni puedo ver cómo reacciona a todo lo que le digo. No puedo ver el pelo negro o las pecas o la decepción o la indiferencia. Me da tanto miedo enfrentarme, realmente enfrentarme. Se hace imposible. Tengo que sacarlo en mis sueños. Y puedo oír mi voz, puedo oírme tartamudear. Perdón por todo y perdón por las faltas. Ojalá mi voz no estuviera hecha de aserrín y no saltara de mi boca con el viento como lo hace cuando se me aparece. Toso y las partículas se me meten en la nariz y en los ojos. De repente, usted ya no está. De repente desperté y estoy pensando, temiendo otra vez soñar, o tal vez encontrármela y darme cuenta de que eso es real, usted está enfrente, tengo que decirle algo, y lo ridículo que sería:
1) Salir corriendo
2) Fingir que soy fantasma
3) Echarme a dormir
Es tan difícil hasta imaginarme cómo sonaría un simple "hola". Imagínese lo que me cuesta imaginar lo que diría después.
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