sábado, 28 de mayo de 2011

Escribir a la fuerza

Me obligo: me pongo frente a la pantalla y abro una nueva entrada. Escribir a la fuerza, por obligación. Es como estar levantando más peso del que uno puede levantar, puedo sentir los músculos del cerebro extenderse y rendirse. Pero los obligo. Levanto apenas. Escribo apenas. Busco en la mente alguna ventana o algún momento. No encuentro nada. Hay momentos en la vida en que estamos solo en el presente. En los que se nos escapa el futuro y el pasado. Es el tiempo del silencio, del vacío, el purgatorio de los pensamientos. Nada nos afecta y nada nos enternece. Nada nos molesta. Algo suena al fondo pero no registramos ni palabras ni significados. Sabemos que hay gente en el mundo pero no recordamos ni sus caras ni sus voces. Sabemos que tenemos cuerpo pero además de las manos nada del resto parece moverse, a pesar de que todo se mueve, todo se mueve todo el tiempo: el esófago, el estómago, los días martes, mañana, el vuelo del tres de octubre, la persona en la que estás pensando, el vello púbico más pequeño, las uñas más cortas, la canción más lenta y la más deliciosa. Masticás este momento porque de estos momentos quedan pocos, del silencio del tiempo y de la estática del tumulto. Adónde se pueden encontrar estos segundos que pasan como si no hubieran existido, sin alterar nada, sin transformar nada, simplemente pasando como segundos de un solo de guitarra extendido que no lleva a ninguna parte. Volvemos a movernos y encontramos todas las cosas como las dejamos; pero todo está sutilmente diferente, a veces completamente diferente. El verdadero fracaso está en no poder encontrar lo que ha cambiado, en seguir viviendo fingiendo que en ese momento en el que no sentiste nada, no te perdiste de una vida entera, de una mirada o de un desmayo, de un trago de agua o de un trago de cerveza. Todo se desperdició pero vos seguís viviendo como si nunca te diste cuenta. La vida pasó y vos te la pasaste escribiendo. Todo cambió y vos la pasaste escribiendo.

Mirás lo que has escrito como si fuera un espejo y te entristece darte cuenta de que por más que intentés tus palabras no pueden detener el tiempo.

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