Caminar solo por Alexanderplatz, Berlín, pero no como en la foto, sino de noche. Que te deje el taxi en esa plaza a unos pasos de Karl Marx Allee pero como no conocés, no sabés. El metro está cerrado. Cargás una maleta pequeñita, adecuada para los cuatro días, pero que pesa más porque tu vuelo se atrasó y no tendrías que haber llegado a esta ciudad desconocida con tan poca luz, con tan poca gente, sin saber en qué idioma preguntar "¿cómo puedo llegar a mi hostal?". Allá, lejos, ves la torre; sabés que ese es un punto de referencia. A lo lejos, ves edificios; pero esos edificios no los reconocés porque nunca los has visto. Comenzás a caminar, porque no te queda de otra. No andás mapa, tenés apenas unas direcciones escritas, pero tenés que confiar en tu instinto. Y tu instinto muchas veces se equivoca. Seguís caminando y cruzás las calles anchas, difíciles, creadas en la época comunista por unas personas extrañas que no creían en los peatones sino solo en los automóviles. Qué cansado. Qué frío hace. -7 grados centígrados o algo así. Caminar, que te duelan los pies, en tus zapatos Converse gastados. Caminar solo por Alexanderplatz y luego, por fin, en la Karl Marx Allee. Qué calles más extrañas, más grandes, y aquí no va a nevar. Has venido por la nieve, pero en el suelo no hay rastro de nada blanco, en las aceras todo está limpio y lo único que hay es hielo. Te deslizás. Seguís caminando. Ves una estación de metro: Schillingstrasse. No, no es esa la que ando buscando. Seguís caminando. Caminando solo por Berlín y hace tanto frío. ¡Tu abrigo es tan feo! Lo odiás y te hace ver tan grande. Tu pelo ya viene con los trocitos de la gelatina que se ha ido solidificando. Pensás en los hombres de Berlin y las discotecas. Pero tenés novio. ¿Qué vas a hacer con tu novio? Él es guapo, pensás, y te quiere, vos lo querés también. Le dijiste que venías solo por unos días y que se verían cuando vos regresés. Besa rico. La chupa rico, también. Ojalá vivieras en la misma ciudad que él y así podrían estar juntos más tiempo.
¡Ahí está! Caminando solo por Berlín, de noche, 7 grados centígrados negativos y con guantes y abrigo feo y ves la estación de metro que andás buscando. La calle de tu hostal debe estar a unos pasos. Estos edificios son raros. Recordás haber leído que les dicen "Arquitectura de Pastel de Bodas" y algo así parecen. Todos raros y comunistas. Esta parte de la ciudad es tan grande y tan oscura y tan fría.
Doblás a la derecha. Ya vas llegando. Tus pies están tan cansados.
Buscás en el papel y bajo la luz de unos faroles confirmás la dirección. A tu izquierda hay un supermercado: qué chivo, ahí voy a comprar la comida. Si no podés, también, ves una señal de una pizzería. Qué rico, pizza. Pero estás tan gordo.
Llegás a la puerta. Pegasus Hostel. Strasse der Pariser Kommune. Calle del París Común, o algo así. No sabés alemán.
-Hello, I have a reservation.
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