Sudo; de repente se suda. Las nubes están quietas y me ven con sus ojos de espuma. Una sábana se apesta con mi olor y las camisetas se apuñan en el clóset. Veo el tiempo en la esquina de mis ojos o en el pedazo de nariz que logro ver cuando miro hacia abajo. Hay varios olores nuevos, pasajeros, que se quedan flotando. Se que el aire está ahí pero no lo puedo comprobar porque trato de agarrarlo con mi mano y no puedo. En un libro, algunas letras. Las muñecas se acuerdan de su tiempo en las maletas. En la foto, dos sonrisas. En la maleta, la ropa se acuerda de los momentos en los que cubrieron cuerpos. En las calles y en las colinas de los pueblos yo dejé gotas. En el adoquín más grande de la tercera calle, o en el graffitti que cubre el asfalto de la loma.
En mis sueños una versión humana de Betty Boop pinta imitaciones de Banksy en las paredes de San Salvador.
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