jueves, 28 de abril de 2011

Oh Ms. Memory

Pretendo formarte con la memoria gastada que tengo de vos. Contar una historia de cómo caminamos un día por una calle con un nombre del que no me acuerdo en una ciudad en la que no estoy seguro si estuvimos juntos. Describir tu cara con lo poco que recuerdo de ella, sin nublarla con defectos o las espinillas y las arrugas que dejan una buena pelea. En los sonidos de mi mente puedo configurar de alguna forma una voz parecida a la tuya pero al final es un eco, solo un eco; al final nada suena, solo imagino un tono que mis oídos no pueden registrar. Pretendo escribir sobre tu vida aunque ya no tengo idea de cómo la vivís; pretendo describir a tus amigos aunque ya no los reconozca y si me pasan por la calle probablemente ellos tampoco a mí. He cambiado, has cambiado; de poco serviría un ejercicio de recuerdo a estas alturas. Pero somos tercos, siempre hemos sido tercos, al menos así es como te recuerdo. Una vez más o una vez menos, con menos intensidad o con más. Una cerveza extra para el mediodía, en el almuerzo, o una sonrisa, o un beso con la lengua o una mordida en el labio inferior. Pretendo recordar todos esos momentos y hacerlos brillar por un segundo con la luz de mi memoria y con ellos construir fuegos artificiales opacos y finitos, que se lanzan durante el día: casi imperceptibles entre la luz y el azul, pero con una presencia clara aunque momentánea, ruidosa si bien efímera.

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