lunes, 25 de abril de 2011

Cambiar el banner a cada rato

Ahogo; el pecho. Se te infla y desinfla, como el de un sapo. Te sale de la boca leche blanca, apestosa, días atrapada en tu estómago. Se te escriben las novelas en papel higiénico y lo botás en pequeños recipientes al lado del inodoro que comienzan a acumular olor y bacterias. Te surgen los dientes de leche y te los pegás con cinta aislante a la boca, a las encías. El escorbuto te sugiere naranjas y limones, pero los campos hace tiempo están secos. En la piscina el cloro se confunde con caspa y la Coca-Cola de la mañana la eructás debajo del agua. Hay cosas y pueblos y ciudades que todavía no conocés, y se te abren los ojos imaginando. Tus ojos, que cristalizados y asmáticos lloran lagrimitas como la punta de un pene llora lubricante al estar excitado. Vamos, abrazame, que de eso se trata la vida. De un pecho junto a otro respirando con dificultad, de los senos y tu frente llenos de cavernosas mucosas con olor a infección. ¿Qué es esa mancha azul que tenés en el brazo?

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