De espaldas, reconozco a alguien.
Es Flor. Baila al ritmo de la música con una camisa que la he visto usar un par de veces, y reconozco el color de su camisa a pesar de que con la luz todo me parece neutro. Yo estoy tan feliz de encontrármela. Le toco el hombro y la saludo.
"¡Hola Flor! ¿Usted sabe qué está pasando?"
Ella me ve directo a la cara, seria, me da miedo.
"Miguel, es que todos nos morimos algún día".
Me doy cuenta: estoy muerto. Todos estamos muertos. Estamos bailando porque estamos felices, supongo, pero yo todavía no quiero estar ahí. Me obligo a despertarme. Veo alrededor en mi cuarto y me da terror volver a dormir. Eventualmente el sueño me vence y caigo.
Tuve este sueño la noche anterior al día en que Flor y yo decidimos cerrar el blog Un Raro Dúo. "Tuviste un sueño premonitorio", me dijo, en un mensaje que me mandó luego de que se lo conté. "Pero yo no quiero morirme", le digo. "No, no es que te vayás a morir, es que creo que nos deberíamos de separar".
Ahora yo tengo miedo de volver a soñar.
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