miércoles, 13 de abril de 2011

Pareciera una cara nueva

Buenos días, doña Adelia. Pareciera usted tener una cara nueva. En usted ya no queda el rastro del carbón o del pinta labios que compró en el Súper Selectos. Buenos días, Doña Adelia. A usted la noto feliz, como con nuevos bríos, caminando aquí en el Paseo Escalón. Qué bonito camina, viene de consulta. A veces, doña Adelia, los doctores se equivocan. No se preocupe, todos nos morimos, nos vamos muriendo poco a poco, algunos al instante, cuando ese bus que viene ahí los atropelle. Yo veo las cosas doña Adelia, las veo venir, y ese bus va a estar manchado con la sangre de un niño o una niña, no lo veo claro, cuando están muy pequeños solo el bulto los revela y yo he visto el accidente de espaldas. Usted va a morir tranquila, doña Adelia, porque su nueva cara la veo como la de una muerte apacible, de cuna o mecedora. Métase de nuevo al Moisés en el que dormía con sus papás y descanse ahí, doblada, con el cuerpo hecho un nudo y los nudos del pelo tiesos y secos. Deje de usar champú, déjese que se le ensucien todos, porque eventualmente de ahí van a crecer gusanos. Su doctor no le dijo, doña Adelia, pero su cara es la cara de alguien muerto. Una cara nueva, bonita, como de vida eterna y novenario en casa de esquina. Qué bonita cara y qué bonito le pinta su futuro, doña, porque tiene poco ya. No se imagina la suerte que tiene, por eso quizás la veo tan feliz, caminando tan tranquila a la parada de buses. Mejor use la pasarela, que su muerte no está aquí todavía. Pero ya viene, no se preocupe. No va a tardar. Su cara nueva, qué bonita, doña Adelia. Tan nueva que ya parece muerta.

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