sábado, 23 de abril de 2011

A las puertas del fin del mundo

Tengo miedo al fin del mundo, a las tormentas y al apocalipsis, a los rayos en el cielo y a las voces estruendosas que hacen el llamado a los justos a subir al cielo y nos condenan a los pecadores a bajar al infierno. El infierno es fácil de imaginar: como si la lava de nuestros volcanes nos abrazaran. El cielo es improbable: he estado entre las nubes y he visto que no es posible pararse sobre ellas. El infierno es real. El cielo es falso.
Tengo miedo al fin del mundo: recuerdo cuando era pequeño ver Terminator 2 y llorar con la escena en la que una explosión de fuego convierte a una mujer en una calavera en dos segundos, luego de haber visto jugar a unos niños en un parque.
Tengo miedo al fin del mundo: recuerdo pensar que el eclipse total del '94 era eso, cuando todo se puso oscuro durante el día y veíamos la televisión en los pasillos de la casa. Yo sentado en las piernas de mi mamá gritando. Todo se estaba acabando. Nos íbamos al infierno.
Tengo miedo al fin del mundo: al rapto y al cielo. De ahí va a venir, porque dios vive en el cielo. Nos va a atacar, porque hemos pecado.

Soy un dios Vengativo

Tengo miedo al fin del mundo:
al fuego
a la vida que se acaba
al después
al clima
y por qué no,
a dios.

Tengo miedo al fin del mundo: y de esta tontería tiene culpa la iglesia católica y todas las iglesias y la gente que me enseñó sobre religión. El fin del mundo no existe, y tampoco existen el cielo ni el infierno. Somos inicio y fin, nada más. Pero de este miedo irracional, de este miedo que se cuela en mis sueños y de este miedo que estoy seguro va a estar presente segundos antes de morirme, de este miedo tiene culpa la religión.

Me llenó de supersticiones. De sandeces que se perfectamente son falsas pero que me es imposible despegarme de ellas. Fui una esponja y lo absorbí todo. Está dentro de mí. Lo tengo a la par y lo tengo en mis manos. En lo que escribo y en lo que vivo.

Religión, me dejaste con miedo. Y supongo que eso es lo único bueno que hacés, para lo único que sos realmente hábil.

Tengo miedo al fin del mundo. Sos un dios vengativo.


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