Tu banda tiene nombre de animal pero no recuerdo exactamente cuál. Vos sos secuestrador en pick-up y nos sobrepasás a nosotros, que vamos para San Salvador. Vos y tu cara morena quemada por el sol y los días que pasás afuera de los cañales en los que tenés la casa escondida en la que secuestrás a los que secuestrás y alimentás con frijoles y pipianes hervidos. Las tortillas las dejás para la mañana, vos sos secuestrador en Opico. Vamos aquí, por el Sitio del Niño, el cantón al final de la carretera antes de llegar al Desvío de Santa Ana. Ahí pasamos por la Galería Sermeño, una casa con un rótulo de azulejos en el portón y en cada azulejo tiene dibujados pajaritos y los azulejos son como un mosaico pero yo en ese momento no se ni qué es un mosaico ni qué es un azulejo. Vos, secuestrador en pick-up, me ves directamente a los ojos, yo que voy distraído detrás del vidrio polarizado del pick-up, pero del pick-up de nosotros, no del tuyo, porque nosotros no somos secuestradores.
Mi mamá se persigna.
-Ay no, ahí van los secuestradores, ya nos controlaron.
Y a mí se me hunde el pecho y oculto mi cara y me imagino comiendo pipianes hervidos y frijoles por días sin tortillas en medio de un cañal y entonces espero que algún día vos, secuestrador en pick-up, dejés de controlarnos y seguirnos. Tu banda tiene nombre de algún animal pero no recuerdo exactamente cuál. Vos, secuestrador en pick-up, sos animal. Animal furioso, que cubre la cama entera del pick-up, que tiene la mirada de un león o las patas de un elefante, picos de rinoceronte, electricidad de anguila.
Y yo, yo soy un animal tan chiquito.
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