viernes, 9 de septiembre de 2011

No va a venir

Se dio cuenta la mañana en la que se puso la chaqueta porque la ciudad amaneció fría, atlántica. Caminó por la calle a la cafetería a pedir su cortado y pronunció las palabras con una voz triste, decepcionada.

Dijo en su idioma, a su mente: "ya no va a venir".

Hace ratos habían terminado los mensajes o las llamadas repentinas o las sonrisas y los chats insistentes. Quizás conoció a alguien o quizás está con alguien ya. Había imaginado ya su pequeño cuerpo en su cama y regresar a los lugares en los que se conocieron.

Se quemó la lengua con el café y esperó con ansias la noche para tomarse una cerveza en el bar oscuro y que de repente alguna mano o le recordara a él o se pareciera lo suficiente para sustituirlo. Al final nadie es imprescindible.

Pensó en enviarle un mensaje pero los dedos se le congelaron al tocar el teclado.

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