recogelo con tu boca y volvémelo a poner
luego me ponés un par en la lengua
y me los trago
que me nazcan desde adentro, de nuevo, para poner mi cabeza en tu pecho, otra vez,
como antes
recogé los pelos que se me han caído en la cocina, en el baño, en la sala, comételos con tu ensalada. Se me está cayendo el pelo. Hacé algo con él.
Verán, hace ratos que todo está por el suelo. Como cuando Mafalda bromea con los ánimos, o algo así, que andan por los suelos. Que los zapatos siempre terminan en el suelo y entonces por qué los ánimos no.
Extraño la cerveza. La cerveza es buena, no solo por el efecto, también por el sabor.
Ha dejado de llover desde hacer un par de días. La noche se ve tranquila y oscura pero por ahí escucho que mataron a la Niña Nita que vive a dos cuadras de la casa de mi mamá. La mataron amarrada, porque la encontraron amarrada. La cara la tenía de horror, como si la habían violado antes o la habían violado durante. La navaja le entró al mismo tiempo que el pene solo que el pene logró salir para que su dueño escapara. La Niña Nita va a ser enterrada con ataúd cerrado porque por más que intentaron en la mortuaria no lograron cambiarle la expresión. Así que va a estar para siempre así, enterrada con cara de susto, hasta que la piel se le pudra y los ojos se le hundan en los huesos. Pobre Niña Nita. Va a ser un cadáver asustado. Y así estamos todos nosotros. Asustados. Y ahora quién nos va a vender los churritos.
Verán, extraño el brazo derecho de mi novio. Me masturbaba todos los días con ese brazo y lo hacía de manera tan precisa que me hacía acabar en un par de minutos. Casi nadie me ha podido hacer acabar como él. Usualmente no tienen la fuerza ni la determinación para hacerlo. Extraño ese brazo derecho. Se lo arrancaría ahorita y lo ocuparía de máquina masturbatoria. Eso es un invento. Mano masturbatoria, modelada a partir de las manos de tus ex-novios, el que más te gustó, el que mejor te masturbaba. Buena manera de pasar el tiempo.
Prometo algún día ordenar mi clóset. Prometo algún día ponerme una camisa que no esté arrugada. Prometo algún día reparar el sofá de la sala. Prometo algún día reparar el vidrio de este cuadro que me quebró un hombre borracho. Prometo algún día lavar todas mis tazas. Prometo algún día sacar esos manteles de esa bolsa. Prometo algún día. Lo prometo.
Encuentro en mis eructos un placer sin igual. Quizás sea un poquito heterosexual.
Hoy estaba viendo una película porno heterosexual. ¡Cómo sacudía a la pobre mujer! Eso no es de Dios. Tenía que haber estado con algún hombre.
Resulta que mi película porno no la encuentro. Estará perdida en alguna habitación de mi pequeño apartamento. Me voy a arrastrar como perro y voy a oler el suelo hasta encontrarla. A veces cuando estoy solo me agarra por arrastrarme por el suelo y simular que soy un bebé viviendo solo. Extiendo mi mano para alcanzar el cepillo de dientes y la pasta y me cepillo en el suelo. Con esfuerzo lleno el vaso de agua y me enjuago y escupo en la ducha. Allá van, las burbujas del bicarbonato de sodio. Quizás me tengo que comprar otra pasta de dientes, pero esta vez algo diferente, algo más básico, sin tanta fanfarria, solo con bicarbonato. Sí. Algo así necesito. Así voy a estar bien.
Pero entrar gateando al súper, no me gusta la idea.
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