martes, 5 de julio de 2011

Turista

Si fueras una ciudad probablemente serías una ciudad pequeña, que visitaría en un día y no tuviera ni siquiera restaurantes abiertos en domingo. No me darían ganas de caminarte más allá de tu pequeña plaza central (con una catedral cayéndose en pedazos y con unos edificios civiles sin gracia, sin balcones y sin carácter) y huiría rápidamente a la estación del tren a tomar el próximo a cualquier lugar, fuera de ahí, en cualquier dirección.
Ninguna persona famosa nació en vos, nadie te quiso pintar, no tenés museos ni guías de viajes dedicadas a vos. Me bajé, no se por qué; pero me bajé. Quizás era para quitarme la duda. Quizás haya algo diferente en esta ciudad que nadie más ve.
Pero no.
No hay nada.
Solo un montón de calles irregulares idénticas a un montón de calles irregulares de otras ciudades, tan genéricas y tan aburridas, tan nada como vos.
Sin embargo, cuando llego a mi casa, te agrego a mi lista de ciudades que he visitado.
Aún los lugares más patéticos merecen estar en una lista.

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