domingo, 19 de octubre de 2014

Escuché al vecino cerrar la ventana y la música de mis altavoces sonaba fuerte; country. Los altavoces los compré en el aeropuerto de Atlanta cuando hacía escala desde San Francisco y pensaba en: idiota, venir hasta aquí para hacer escala cuando podías haber volado directo. Veía a las personas pasar y me sentía inadecuado, firma de voucher de tarjeta de crédito. Firmé y firmé varias veces, un banano, un poco de semillas de marañón, un mix de nueces y almendras y dátiles de África. Me senté y las horas pasaron lentas, musicales; como cuando estoy en mi cama con todos los libros acumulados, el polvo evaporado y las sábanas a medio poner.

Duermo en colchones desnudos así como son estas sillas desnudas de sala de espera y comenzamos a abordar: un vuelo de unas cuatro horas y otra vez la costa, otra vez los volcanes; otra vez manejar con las ventanas arriba porque apenas y te descuidás y te ponen pistola en la frente; otra vez dejar de caminar y comenzar a correr.

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