Todo lo dijo alguien antes de mí, estas
oraciones fueron escritas antes. Contemplo esta frase, lugar común, mientras afuera los
turistas caminan ardiendo, Dubrovnik cansada y adolorida de sus adoquines.
Cuando pensaba venir pensaba en estos cafés, en estas zonas bonitas, en las
calles empedradas. Pensaba en salir hacia lo más remoto de las ciudades y
fotografiar los edificios más feos, los más aislados, la arquitectura sin
mérito de los suburbios. Pensaba ser el único turista llenando mi feed de Instagram
con estas imágenes. Lo cuadrado de lo antiguo. La gente paseando con sus perros
alrededor de algún río. Los balcanes vistos desde la mirada de un tropical.
Me lancé a las calles, tomé varias
fotografías, y nada de lo que hice valió la pena. Pronto tomo un avión hacia
Zagreb, de ahí uno a Madrid y después de un par de días de aeropuerto en
aeropuerto, me esperan mi perra, mi familia, mi ventana. Sentarme a pensar de
nuevo en volver, en otras calles, en otros turistas. Me siento y siento la
intención de quedarme y conseguir un apartamento con vistas al río verde y limpio y en dejar pasar las horas pasar, en decidir después.
Pero no lo hago; agarro mi mochila y pago
los kuna del café y me subo al autobus y con el beep de mi pase turista de 48
horas estoy camino al aeropuerto.
Paso por los suburbios y me parecen feos, sin
interés: mi cámara no tiene batería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deje su opinión aquí, sea buena o mala, pues.