domingo, 19 de octubre de 2014

Esa canción me parece conocida, la canto. La grito, luego, más tarde, borracho. Me he tomado 12 cervezas y la mente se me borra, se me pone en modo directo y camino por las calles y espío a los vigilantes que duermen en sus cabinas y me siento en una acera y veo que pronto amanece. La gente comienza a pasar mientras corren y veo su sudor y huelo el mío y quiero otra cerveza. Ya es hora de que las gasolineras están abiertas y entro al express y me compro una. Me siento y una nena vendedora se me acerca: nena, no tengo dinero, esta tarjeta la pagué con tarjeta de crédito. Que le compre algo, me dice, que si tengo dinero en la tarjeta todavía. Me río y me busco los pantalones; encuentro un dólar y le compró una bolsa de maní. Lo mastico con la cerveza y la niña me empieza a decir que ya puede contar hasta 100 y desde 90 comienza a tener problemas y yo le ayudo a terminar y llegamos a 100 y se me acaba la cerveza y le digo, pasá un buen día y vendé mucho maní me voy caminando, contando hacia atrás, 100, 99, 98, 97 hasta llegar a cero y dormirme, migajas de maní en la boca.

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