martes, 17 de enero de 2012

Condeno a la iglesia

Condeno a la iglesia. Condeno la creación de círculos de congregación que destruyen el individualismo y el pensamiento. Condeno a la iglesia porque perpetúa ideas falsas y se aprovecha de la debilidad y el pánico humano para golpear espíritus. La condeno por crear delirios de grandeza. La condeno por su opresión, su discriminación, su hipocresía.

La condeno por crear gente prejuiciosa, por promover y mantener la ignorancia.

Condeno la opulencia de sus líderes mientras promueven frugalidad y humildad entre los que los siguen. Condeno porque apagan almas y destrozan la voluntad humana, creando conformismo, desgano. Condeno la malapropiación de textos. Condeno su desprecio por el arte secular. Por limitar su apreciación, su creación, su distribución. Condeno la actitud de arrogancia, la falsa sensación de superioridad.

Condeno a la iglesia, especialmente por convertir a personas que de otra forma son inteligentes, en monigotes que se adhieren a rituales primitivos, básicos, que se olvidan de todo el progreso humano, de la evolución y la ciencia, que entregan su cerebro a ideas que no van a ningún lado y que se basan en cuentos de hadas, en alegorías gastadas, en invenciones literarias tomadas como hechos sin discusión.

Los condeno por hacerlos creer. Por golpear sus cabezas con yunques fabricados con biblias y textos sagrados. Por hundirlos hasta que no les queda más opción que ver hacia arriba. Por hacerlos suelo y abismo. Por dejarlos ahí mientras ella se va de viaje y se construye edificios dorados.

Condeno a la iglesia por la simple tontería de existir. La condeno porque creer en ella es dejar de lado toda racionalidad, todo pensamiento coherente. La condeno inútilmente; porque por más que la condene, una voz disidente jamás va a bastar para detener miles de años de abuso. Porque cuando me muera aún va a seguir viva, repartiendo ignorancia, siendo inmortal, como toda mala hierba, como vampiro con hambre de sangre, como un demonio fabricado con la misma tela que un dios, como una eternidad que es castigo, sufrimiento, condena.

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