domingo, 1 de enero de 2012

Goddamn your confusion!

Grito, desesperado, la canción. Me subo al escenario y tomo el micrófono, empujo al cantante, tomo la guitarra, empujo al guitarrista. La batería nace de mis manos. Escupo saliva al público y la aman. Recibo calzones y calzoncillos que luego ocupo para armar una sábana y duermo abrazado a los sudores de mis admiradores. ¡Cuánta alegría! Me encierro y escribo nuevas canciones, melodías fantásticas y que rebotan en oídos. Me hago artista, compositor, sinfonía y adagio. Poco a poco mis dientes son teclas de piano y mi pelo, cuerdas de guitarra (hechas de nylon, de cuero, de piel de gallina). Mi piel se pone tensa como cuero de timbales y mis piernas, mis piernas abren bocas de trompeta. Respiro y hago música. Hablo y hago música. Sí: soy la música. Y recibo monedas en una esquina, contento de ser lo que quiero ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deje su opinión aquí, sea buena o mala, pues.