No se qué es; supongo que es el lenguaje. El portugués lo hacía sentir todo más distante, puso mi sentido de insularidad en el más alto rango posible. No me podía comunicar bien, no podía entender cuando me hablaba. Era un misterio al que le iba quitando capas, al que poco a poco iba conociendo. Me quedé con muchas capas por quitar. Digamos que era una cebolla. Porque lloré bastante y me ardieron los ojos.
En Portugal solo estuve unos dos meses. Y estuve solo. La mayor parte del tiempo la pasé en el cuarto del apartamento, viendo hacia la ciudad desde la ventana. Luego caminaba y llovía. O iba al cine. Y luego me iba a escribir o me iba a emborrachar. Quizás pasé en silencio el 80 por ciento del tiempo.
Portugal me suena callado. Me imagino a la gente caminando y no hace ruido al pisar el suelo. Me imagino la lluvia y el agua golpea en silencio el pavimento, los adoquines. No hay gritos en las plazas. En las discotecas no hay música y los trenes, al pasar, son bocas cerradas.
Me dejó, el amante, mi amante, Portugal, pronunciado "purtugal" porque así lo pronuncian los portugueses, y yo lo sigo extrañando. Veo fotos de las calles y los tranvías y estoy enamorado de un recuerdo, de un cuerpo que apenas conociste pero que lo pensás gigantesco, muscular, áspero. Impenetrable.
Portugal no me amó, yo lo se. Pero yo lo amé un montón. Y ahora veo afuera de la ventana, escribo y no llueve; la ciudad es una colección de luces en los que la violencia domina y persigue. No me siento atrapado, porque he llegado a un punto en el que ya me siento cómodo aquí. Pero el que me haya casado con El Salvador, el más feo de mis novios, no significa que no pueda recordar con erotismo y deseo a mis novios pasados.
Eso pasa siempre. Y yo no soy una excepción. Nunca lo fui.
Tu peor error fue nunca haber hablado con portugal, y decirle lo que sentias por el,, estoy seguro que te hubiera correspondido... pero nunca sintio que de verdad lo amabas
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