Desde aquí mi oreja parece plátano Diana. Desde aquí el sonido de los besos en su mejilla. Desde aquí el silencio entre los dos cuartos, el espacio y el jardín y la mochila del invitado. Desde aquí la terraza con las ratas y la música de los muchachos del CENAR. Desde aquí se oye que están aprendiendo. Desde aquí los carros de los vecinos y el orín en el baño porque no hay que desperdiciar agua, voy 10 veces a mear en la noche y echar el agua una vez en la mañana. Desde aquí el sonido del agua cayendo en espiral hacia las tuberías. Desde aquí, nosotros, sentados viendo novelas, a la Verónica Castro tan joven, pronto Chica Almodóvar, ah de veras. Desde aquí la extensión a mi teléfono con la corriente y cuánto sube la luz, desde aquí las cuentas de banco aminorando tamaño, desde aquí no hay trabajo, desde aquí la música suena suave.
Desde aquí, nosotros, como plátanos Diana, salados y gordos, aplastados en los sillones. Hay frijoles para el desayuno, el almuerzo y la cena. Desde aquí se riega el jardín con la saliva de nuestras conversaciones y evitamos decir buenas noches porque desde aquí se siente el olor de nuestras bocas.
Desde aquí, el café instantáneo, el posible homicidio o asalto. Juro que oigo unos pasos en el techo en la terraza o en el jardín de enfrente.
Desde aquí.
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