domingo, 17 de junio de 2012

Siento que la piel se me vuelve de otro color, que la gente a mi alrededor ve otra cara, otros gestos, otra manera de sentarme. Ya tengo calculadas las distancias en el espacio, la forma en que me ven, cómo sentarme, cómo hablar. Me siento y veo una pantalla, punto dirigido. Pero en el resto de lugares no hay forma de controlar. Esto es nuevo. Ellos son nuevos y no se cómo me ven. Estoy tan despierto y tan alerta de mi cuerpo, de mis movimientos, de mis ojos. Imagino mi cara y la veo en ángulos extraños, nada atractivos. Veo mi cuerpo enrollado, como bolsa, como cadáver muerto en carretera (o borracho dormido). Y no me gusta, me molesta; el tiempo pasa despacio y la gente se ríe pero yo me quiero cubrir con las sábanas, escuchar una canción, olvidar las miradas. Las miradas me debilitan, me quitan energía. Y me duermo, sin ser visto.

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